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Una semana después.

Giordana despertó asustada como todas las noches desde que llego al edificio Salvatore y como era costumbre empezó a llorar en silencio tratando de contener los pequeños sollozos que escapaban de su boca para no despertar a las personas que allí vivían pero como era costumbre la señora Salvatore llegó pocos minutos después para consolarla lo que no se esperaba era que esta vez Pietro vino con ella solo que el se detuvo en el marcó de la puerta.

— otra pesadilla pequeña— preguntó la Señora Salvatore mientras se acercaba a ella pero Giordana no respondió en su lugar comenzó a temblar tenía miedo.

Miedo de que la señora Salvatore se cansara de oírla llorar todas las noches y al igual que su madrastra la enviara a dormir a un lugar feo lleno de arañas.

— a que le temes— preguntó Pietro captando la mirada llorosa de Giordana— Madre sólo te hizo una pregunta no es como si te fuera hacer algo solo por llorar— ahora la pequeña no sólo temblaba si no que su respiración se volvió errática, pietro había dado en el blanco.

— sshh. Ya, ya, pequeña no tienes por que temer— dijo la señora Salvatore al envolverla en un abrazo— no tengas miedo llora si es lo que quieres yo estaré aquí contigo,  no voy hacerte nada, ninguno lo hará—

A la mañana siguiente Giordana despertó cansada después de llorar un buen rato ella se entregó al sueño aunque no supo en que momento se quedó dormida ella aún sentía su cuerpo muy pesado pero como ya era costumbre lucho contra la pereza y se levantó de la cama lista para ordenarla antes de que esa mujer llegara.

— veo que hoy te levantaste con mejor ánimo— escucho una vos a su espalda logrado espantarla haciendo que girará su cabeza para ver quien había hablado, era Pietro, lo había olvidado ella ya no estaba en su casa ahora estaba en el edificio de los amigos de su padre — ¿mmm? como te hiciste eso— termino de decir Pietro señalando los brazos de Giordana a lo que ella solo pudo reaccionar cubriéndose con las sabanas de la cama eran órdenes de su madrastra nadie podia ver las cicatrices — no quieres decirme, tu no hablas mucho cierto—

— Pietro cariño déjala en paz, cuando ella crea que sea el momento para hablar lo hará— dijo la madre de Pietro interrumpiendo su interrogatorio— buenos días Giordana dormiste bien—

— buenos días Señora salvatore— respondió ella por lo bajo haciendo una pequeña pausa para habrir nuevamente sus labios pero ninguno sonido salió.

— he notado que haces eso últimamente, hay algo que quieras decirme querida— preguntó pero la niña solo apretó los labios nuevamente y se aferro con más fuerza a las sabanas que la cubrían.

— bueno— esbozo una sonrisa— estoy segura que lo dirás en cuanto estés lista mientras tanto hay una pregunta que quiero hacerte, puedes mirarme a los ojos un momento— pidió la mayor amablemente y la pequeña obedeció — que te parecería quedarte a vivir con nosotros ¿mmm? Tendrías todo lo que tu quisieras y serias tratada y educada como una más de la familia ¿que te parece?—

Giordana  guardo silencio si bien los Salvatore la habían tratado bien en los últimos días incluido Pietro ella no era una Salvatore era una Lombardo así que luego de unos segundos tomó el valor para hacer la pregunta que rondaba por su cabeza desde hace días.

— ¿ mi Papi no vendrá por mi?— si bien la idea de regresar a casa le causaba un malestar que no sabia como expresar ella aún extrañaba a su padre después de todo era la única persona que le quedaba en el mundo.

— en cerio eres tan tonta— dijo Pietro del otro lado de la habitación.

— ¡Pietro!— regaño su madre.

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