#Capitulo 27: Vestido de novia

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Camila

—¡Mi padre!

Lauren palideció al oír su voz y rápidamente se levantó de la cama. Con el corazón agitado a mil le pedí a mi padre que esperara.

—¡Escóndete en el armario! —murmuré con mi cuerpo tenso por la adrenalina de poder ser descubiertas.

Lauren se escabulló con rapidez, y cuidando de no hacer ruido cerré la puerta del armario. Peiné mi cabello con las manos, me coloqué la bata negra.

Tomando una gran bocanada de aire me digné abrir la puerta.

—Buenos días —le sonreí sintiendo mis piernas temblar de miedo.

—Buenos días —me miró extrañado—¿Por qué estas tan agitada?

—Me desperté asustada por tu grito —respondí de inmediato, sorprendiéndome a mi misma por lo hábil que me había vuelto en mentir.

—Perdón por eso pero ya es tarde Camila, tu Madre lleva tiempo esperando a que bajes.

—¿A que baje?

—Hoy tiene la hora para ver tu vestido de novia —frunció el ceño—¿Lo olvidaste, Hija?

Mierda. Había olvidado por completo eso, y como un balde de agua fría la culpa cayó sobre mis hombros... Adrián.

—¿Estas bien? —tocó mi hombro con preocupación—¿Pasó algo?

—No —negué aún aturdida por volver a la realidad—. Dile a Mamá que ya bajo.

Asintió y se marchó, aunque sabía que mis palabras no lo habían convencido. Cerré la puerta recargándome en ella. Solté el aire que estaba conteniendo y mi cabeza comenzó a punzar de dolor. Todo lo bueno siempre acaba.

La puerta del armario se abrió dejándome ver a Lauren sentada con sus piernas abrazadas.

—Puedes salir.

Esa señal no fue escuchada solo por ella. Las sabanas y frazadas comenzaron a moverse captando nuestra atención. Una pequeña cabeza se asomó haciendome sonreír. Con los nervios no me había acordado de Bola de pelos.

—Ahí estabas —Lauren estiró la ropa de cama dejándola al descubierto—. Que inteligente eres —removió su pelaje. Bola de pelos revoloteó contenta sobre la cama al ser felicitada por su dueña.

—Debo vestirme —interrumpí captando la atención de ambas—. Mi madre me espera.

—Lo sé —asintió tomando al animal entre sus brazos—, escuché lo que dijo tu Padre.

De repente el ambiente se había tornado incomodo. Mi matrimonio no era un tema agradable de recordar. Sabía que le dolía tanto como a mí. El silencio nos rodeo y su mirada estaba fija en mí de una forma que solo aumentaba mi dolor.

No me atreví a mirarla nuevamente. Lauren pasó por mi lado y en cuestión de segundos ya estaba completamente sola. Como de costumbre.

Obligándome a no pensar mucho las cosas tomé una ducha. Sabía que recibiría un reto de mi Madre por la demora y estaba preparada mentalmente para ello. Bajé la escalera con paso apresurado y al llegar al final alcé la mirada tomándome por sorpresa verla frente a mí.

—Al fin te dignas a bajar —regañó mi Madre como esperaba.

—Perdón, me quedé dormida...

—Me di cuenta —gruñó por lo bajo—. Pareciera que no es importante para ti este día —reprochó. En el fondo quería decirle que tenía razón pero era mejor callar.

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