Lauren
—Buenos días —saludé entrando al comedor. La Familia Cabello ya estaba sentada esperando el desayuno.
—Buenos días —respondieron al unísono.
—¿Cómo amaneció? —el Señor Alejandro preguntó apenas me senté a su lado.
—Bien, ¿Y usted?
—Bien también.
Mi mirada se dirigió hacia Camila la cual me miraba con una ligera sonrisa. No pude evitar soltar una pequeña risa al recordar que el día anterior le había dicho que roncaba cuando nunca había sido así. Capté la atención de las tres personas en la mesa y tratando de disimular le di un sorbo a la copa de agua frente a mí.
—Amaneció risueña —escuché la vos de la Señora Sinue frente a mí—¿Algún motivo en especial? —sonrió. Sabía muy bien lo que quería insinuar.
—¿Tendría que tener algún motivo para estar feliz?
Mi contra pregunta provocó que su semblante se tornara serio y con simples palabras respondió.
—Cuando una mujer se ríe sola es porque de algún hombre está enamorada.
—O mejor dicho —aclaré mi garganta—. Como decía mi Madre, quien sola se ríe es porque de sus maldades se acuerda. Creo que eso aplica en mi caso, Señora Sinue.
—Creí que se acordaba de Richard Grimfols —soltó sin más preambulos.
—¿Disculpe? —fruncí el entrecejo. Camila y su Padre parecían atentos a nuestra conversación.
—Es solo que la otra noche en la fiesta los vi muy unidos...
—Si por muy unidos se refiere a hablar, entonces sí. Esa noche hablamos.
—Así comienza todo...
—No estoy interesada en el Señor Grimfols —dejé en claro—, de hecho, no estoy interesada en ningún hombre de este pueblo y le puedo asegurar que eso jamás cambiará.
Su sonrisa irónica estaban logrando despertar en mí un enojo por su descarado atrevimiento a insinuar cosas que no debería. Sinue ya se estaba acostumbrando a decir cosas sobre mí y no sabía cuanto tiempo más aguantaría sin responderle de la forma en que quería. Tenía un límite y ella estaba a punto de sobrepasarlo.
—No tienes que ser tan negativa,Lauren —intervino su Marido—. Aún te queda tiempo en el pueblo, puede que conozcas a alguien que te haga cambiar de opinión.
—Con todo respeto Señor Alejandro —lo miré—, no me parece adecuado hablar de este tema.
—Solo decía —alzó las manos dejando el tema de lado.
Una vez más, como de costumbre, el desayuno fue incómodo. No entendía por qué la gente mayor se empeñaba en buscar la forma de comprometernos, en vez de incentivarnos a vivir sin la necesidad de un hombre. ¿Es que acaso no se daban cuenta de que cada uno es un ser individual?. Sabía que ese pensamiento jamás lograrían entenderlo, era mucho pedir para gente de pueblo que solo vive en base a reglas que ni siquiera fueron creadas por ellos mismos y era en esos momentos en los que agradecía haber arrancado de este país. Si no lo más probable es que hubiese sido igual a ellos.
Solo llevaba un poco más de dos semanas y ya no hallaba la hora de marcharme.
Camila
El desayuno estuvo tenso. Podía sentir la incomodidad de Lauren cada vez que alzaba la mirada para verla. Mi Madre podía ser demasiado imprudente cuando se lo proponía y por más que deseara que esos momentos dejasen de ocurrir sabía que eso no pasaría. Mi Madre no quería a la señorita Jauregui y se encargaría de incomodarla cada vez que pudiera.
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Nuestro lugar favorito CAMREN
Hayran KurguLauren era una mujer diferente al resto, al menos para su época, dispuesta a ir en contra de las reglas con tal de ser feliz. Camila en cambio era una mujer correcta y capaz de poner la felicidad del resto por sobre su propia felicidad. Ambas son un...