CAPÍTULO 2

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Cuando entró, Eren vio a Levi sentado tras la mesa, mirando a la nada. Notó enseguida sus ojos rojos e hinchados, mientras sostenía una copa de vino en su mano.

Fingiendo una tranquilidad que no sentía, cerró la puerta tras él, y el sonido hizo que Levi le mirara.

Su esposo parpadeó unos segundos antes de sonreír levemente.

Eren llevaba sin verlo tres días, en los que estuvo durmiendo en un hotel para darle su espacio. Por eso mismo, estaba esperando que cuando se vieran, Levi comenzara a llorar y pedirle que se alejara, no que le sonriera.

La carta de divorcio en su bolso pesó un poco más. Necesitaba ser firmada para llevar a cabo el trámite pronto, así que sí o sí tenía que hablar con Levi en ese instante.

―Te extrañé mucho ―comentó Levi de forma repentina, poniéndose de pie y alcanzándolo en unos rápidos segundos.

Antes de poder decirle algo, sorprendido por sus palabras, Levi le dio un beso suave en los labios. Su estómago se contrajo, atónito.

De forma casi inmediata, se alejó y arrugó el ceño en confusión.

―Pensé que no vendrías a cenar ―prosiguió Levi como si nada, sin dejar de sonreír―, estaba a punto de llamarte.

Abrió la boca, pero las palabras no salieron de su boca, aturdido.

¿Acaso...?

Miró hacia abajo, observando su bolso en dónde estaban los papeles de divorcio.

―Levi ―dijo con la voz suave―, vine para que firmes los papeles.

Los sacó y mostró.

La hermosa sonrisa del pelinegro, que lo enamoró cuando era más joven ,se convirtió en un mohín de dolor, pero no retrocedió. Necesitaba hacer eso pronto. Una vez los papeles fueran firmados, sacaría sus cosas de la casa para irse a un pequeño departamento que vio los últimos días.

Levi sacudió la cabeza.

―¿Qué dices, Eren? ―preguntó con la voz temblando―. ¿Papeles de qué?

Suspiró.

Se lo había planteado: cuando los papeles estuvieron listos, pensó que Levi podría reaccionar de distintas formas, y la negación fue una de ellas. La triste, terrible negación.

Eren habría preferido que Levi colapsara, le gritara, le rogara, le tratara mal y no quisiera verlo más, pero no que se esforzara en negar lo que era inevitable. Negarlo era lo peor, porque significaba que Levi seguía teniendo esperanza alguna de que lo ocurrido fue sólo una broma o, peor, un invento.

―De divorcio ―dijo, sin perder el tono suave.

Levi parpadeó.

―Oh ―fue lo único que dijo.

Se dio vuelta antes de que Eren pudiera añadir algo.

Eren percibió, entonces, que el más bajo estaba mucho más pálido de lo normal, con ojeras bajo sus ojos hinchados, y sus labios se encontraban resecos y partidos. Incluso podía notar que su rostro estaba más delgado. Le preocupó que Levi no hubiera comido bien los días anteriores, sin embargo, no se atrevía a preguntar.

―Preparé tu plato favorito ―dijo Levi repentinamente, sin mirarlo.

―Levi ―ahora su voz salió dura―, por favor, no hagas esto más difícil.

―Difícil ―repitió Levi―. No lo entiendo.

Sintió como se desesperaba, algo se estrujaba al ver los ojos de Levi, tan cálidos y tiernos, pero llenos de un infinito dolor que parecía sacudirlo por dentro, que le rompía en mil pedazos. Esos mismos ojos que siempre parecían contentos y felices ahora estaban asustados, temerosos de él.

Apego - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora