II

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—¡Ah! Te acuerdas de mi nombre aún—. Opinó con la misma expresión, ahora sosteniendo el puro con la mano descubierta y tomando asiento de una forma despreocupada.

—Me cuesta segundos menos—; respondió Clayman, con la actitud con la que se juega póker, sin verle a los ojos.

Viendo la reacción corporal del hombrecillo, la criatura de cabellos rojizos hace un apretada mofa—. ¿Sektz?—, especuló rebuscando algo en su esquiva mirada.

«Vaya bastardo nos conoce bien». Dijo la voz seria del principio, sintiéndose señalada al escuchar el nombre por el que le llamaban.

«Lo sabe todo ¿Te sorprende? Aktz es el mejor ¡El mejor!». Contestó ahora una voz eufórica, admirando al acompañante de su pálido anfitrión.

—Te admiro, pero sabes lo que pienso sobre leerme como a un libro en mi cara—, tomó un cargado trago del café, ahora mirando a su alrededor; que seguía frenado por el efecto que manipulaba Yseqeyne—. Jamás había visto cómo mediabas el drama que formabas al salir a luz pública.

Suspiró pesadamente—; es excitante, pero cuando quiero hablar en paz no.

—¿Lección aprendida?—, preguntó Clayman, satisfecho.

—¡Ja!— rió Yseqeyne—; ¿Lección aprendida? ¡Te justifiqué justo después de echarme! ¿Y tú me citas años más tarde para reconciliarte conmigo?

Clayman asintió, sintiendo un nudo en el estómago. —Necesitaba retirarme...

—¡Va pero!— Yseqeyne se mordió la lengua—; ¿Sin mí? ¿A quién le patearé el trasero?— juzgó, reprimiendo la necesidad de reprender a las voces en su cabeza.

«No le digan», susurró una voz ansiosa.

Clayman suspiró. —Por si no recuerdas, Yse— le extendió una mano descubierta—; por tu prepotencia, extravié a ya sabes quién—. Colocó en su palma un objeto enrollado.

Yseqeyne observó perplejo lo que tenía en la mano: su preciado guante derecho.

Devolvió su foco al inmutable y característico rostro de Clayman, que difícilmente ahora dibujaba una sonrisa de medio lado.

—Ayúdame a remediar esto—. Susurró como complemento a la devolución.

Lentamente el rostro de la criatura se aclaraba en una expresión determinada y llena de valor, devolviendo la vitalidad a su existencia.

—Impredecible—. Musitó, seguido de una creciente risa, señalándolo con el índice—; Okay. Sí, me sorprendiste—, dijo orgulloso de su anfitrión, llenándose la boca del humo de tabaco.

«¿Qué puedo decir? Aprendí de él».

Yse se recostó en el mueble de tal forma que su espalda era sostenida por la pared del establecimiento, ubicando sus brazos detrás de la cabeza como soporte.

—Entonces, Clacky-man...—, dijo alargando la ultima vocal, rebuscando la introducción al verdadero tema por el que fue citado—; caíste bajo, la perdiste, nos divorciamos y te convertiste a una especie de predicador del 'amor propio'...

Clayman asiente con la cabeza.

— ¿Te ha servido esa fachada para reconciliarte con 'su divinidad'?—, le mira con una maldadosa sonrisa—; vaya pérdida de tiempo ¿No es así ?

«Oh. Quiere que vacilemos». Previó la voz seria.

El hombrecillo da un largo suspiro, abrigando con ambas manos la taza.

«Es su naturaleza cuestionar y crear lagunas argumentales a todo». Pensó para tranquilizar a sus inquilinos mentales.

—Es difícil explicar esta sensación, no me cuesta nada predicar la compasión que me tuvo. Sin embargo, desde que la conozco siempre he sido nadie. La necesito y me cuesta aceptar que me ha abandonado—, levanta la taza de café para ultimarlo—; pero ¿sabes? tengo la certeza de que me sigue amando y me lo demuestra en los poco sueños que tengo.

LUCK | Lorem IpsumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora