«Está sonando una alarma».
«Sí, está sonando».
«Ah. Está sonando algo...».
«Sí, acabamos de comenzar a escucharla. Buenos días».
«¿Y luego?».
«Aktz fue el último en dormirse, estuvieron hasta tarde esperando algo».
«¿Seguros que es una alarma?».
«Buenos días ¿Qué hacen todos reunidos?».
«Uh-oh. Creo que es una llamada».
«¿Te suena a llamada?».
«Pero, Lior se fue a dormir hace tres horas».«¡Oigan, oigan!».
«¡Aktz!»
«¡¿Por qué no me despertaron?!». Corrió abriéndose paso entre las personificaciones, con dirección a las sombras del salón, buscando salir del plano mental donde se encontraban.
—¡Clay, Clay! Oye, Clay, es el teléfono— exclamó Yseqeyne, sacudiendo el hombro de su compañero mientras ubicaba el dispositivo en su oreja.
—¿Hm? ¿Qué pasa?— preguntó Clayman, adormilado.
Al reconocer el timbre de su teléfono y la prisa en el rostro de Yseqeyne, su sorpresa fue evidente.—¡Hola!— saludó, tartamudeando—; ¡Soy yo!
El silencio llenó el ambiente, interrumpido solo por el segundero del reloj y las respiraciones tensas de ambos.
Clayman escuchó con atención.
Después de unos segundos, retiró el teléfono de su oreja con calma y lo dejó sobre la cama, comenzando a prepararse sin decir una palabra.
Yseqeyne lo observaba, ansioso por saber qué había pasado.—¿Y bueno?— preguntó, dándose cuenta de que Clayman no planeaba compartir nada—; ¿ni un "buenos días" me merezco?— se quejó, recostándose de nuevo en la cama.
Terminaba de ponerse un hoodie, al tiempo buscaba algo qué calzar. Recordó que su único par de sneakers estaban bajo la cama, obligándolo darle una explicación a su compañero.
Lo miró tranquilo—; no pasé—, finalizó con una mueca hacia abajo.
—¡Sí lo sabía! Somos lo mejor, no podían negarse a la oferta porque...—. De repente reaccionó con los ojos tristes de un cachorro, pero inmediatamente volvió a su estado natural—. ¡Bah! ¡Ellos se lo pierden! porque... porque...—. Intenta mantenerse firme, pero Yse sucumbe rápidamente a un puchero de resignación al quedarse sin ideas.
Chascando los dedos de su mano derecha, desaparece su pijama, quedando listo para salir.
—¿Cuál es el plan?—; preguntó mirándose las costuras de sus guantes.
—Supongo que repartir curriculums—; respondió empacando un exagerado bloque de carpetas que había sacado de su escritorio.
—¿Algo de qué preocuparme?
—Escucha a las demás antes de opinar, si por alguna razón debo dibujarme la boca no lo arruines y... voy a necesitar un par de tus rayas—, lo observa avergonzado—; mientras conseguimos dinero.
Yse esboza un ruidoso bostezo, mientras le levantaba el pulgar como confirmación.
—¿Clay?—. Dice una voz aguda, asomándose por la pared de la cocina—, no me había percatado que ya habían despertado ¿a dónde van?
—A buscar lo que tú deberías también buscar— dice Yse en un sarcástico tono amable.
—Y tú ¿Cuándo lo vas a dejar en paz? Parásito—, espetó la peluche de conejo rosa.
—Jo, jo, jo...—, ríe con una sonrisa malvada—; somos uña y mugre, queso y ratón, el uno para el otro ¡inseparables!—, exclama trepándose a la espalda de su compañero como escudo.
Clayman le mira con una ceja arriba—. Bueno debo salir a...
—¿Clay consiguió empleo?—; se suma desde la ventana otra criatura, con la apariencia de un girasol terrícola—, parece que no vamos a tardar en convertirnos en seres concretos, Boncherrí—, dijo esperanzado.
El pálido hombrecillo mantuvo la compostura, sin embargo, la situación en aquella habitación no era exactamente la mejor, perturbando sus emociones, causándole un cólico en el estómago.
Desde que se mudó a REM City, el único adulto competente que debía ser responsable con las criaturas que vivían allí, era nadie más que él mismo.
Mirándolos con una expresión anémica, deseó confesar:—Cilú en realidad...
—¡En realidad...!—, interrumpe Yse—; lo consiguió. ¿Pero adivinen qué? tiene que buscar dónde es. ¡Ah! Esta gente de REM y sus direcciones clandestinas...—, rebusca su mirada, vacilándole con un gesto ansioso—; ¿Verdad Clacky?
—Uh...hum—, tarareó presionado.
—De hecho, ya se nos hizo tarde ¡Nos vemos!—. Como un rayo tomó la mochila de su compañero y lo empujó fuera de la habitación, frenándose en la entrada. Jaló de la capucha de su hoodie rayado ambos cordones, que tras la explosión de un mágico humo, resultó reducir su apariencia en un cardenal rojo que se reposaba en el hombro de Clayman.
Pero él, aún estaba en shock por la responsabilidad que ahora cargaba en su espalda.
«Y lo hizo otra vez».
«¿De verdad es ayuda lo que ofrece?».—¿Qué esperas?—, habló acercándose a su oído—; vámonos
—¿A dónde Yse?—, agarra la diminuta ave con un puño—; ¿Por qué me hiciste prometerles eso? ¿De dónde voy a sacar un empleo en esta exigente ciudad?
—¿Entonces sí íbamos a buscar empleo?
Clayman lo mira estupefacto, inmediatamente descargando la ira en su mano.
—¡Bueno... era eso o...!—, intentó vocalizar mientras era estrujado dentro del firme agarre de su compañero—¡...que perdieran la fe en ti!
«Ouch».
Apretó sus ojos, tomando un profundo suspiro que le ayudó a soltar lentamente el aprisionado pajarillo.
—Hicimos un trato cuando nos volvimos a ver ¿Recuerdas?
—Sí, pero... sobre el pasado—, titubeó Clayman, al tiempo que comenzaba a caminar lentamente en círculos ansioso.
—El pasado es pasado, Clay—, roba su atención tirándole de su oreja—, lo que importa es lo que hagas ahora mismo ¿entiendes? No se trata del futuro ni del pasado, tú responsabilidad es hoy...—, traga saliva tratando de mantenerse seguro—; y...se que tienes tus dudas, pero ya no soy el mismo parásito que te hizo perderlo 'todo'. Es mi palabra.
«Sé que la más grande ambición de Yse es convertirse plenamente en un ser concreto y, que de alguna forma lo puede lograr siendo parte de mi vida. Cuando lo conocí fue la compañía más destructiva que jamás pude tener. Desde nuestro reencuentro, le molesta que le llamen parásito o huésped, como si de alguna forma, planeara demostrarme que desea ser más que eso». Pensó Clayman corriendo con una mano su cabello hacia atrás, tratando de encontrar soluciones inmediatas.
Tomó una bocanada de aire, exhalándolo pasivamente como breve mantra.
—Está bien—, dijo aclarándose los ojos—; el futuro es inventable, no inevitable—, miró a su compañero en el hombro.
Yse asintió con la cabeza satisfecho—. Así es—, reafirmó.
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LUCK | Lorem Ipsum
FantasyLa cotidianidad de un hombrecillo de arcilla que decidió darle un giro a su existencia después de extraviar lo último que se puede perder en la vida: la fe.