El Mercado

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En el silencio melancólico de mis días, la pregunta persiste, una interrogante que danza en el rincón más profundo de mi ser: ¿Qué es el amor? Cada amanecer me veo enfrentando la misma incógnita, pues, ¿cómo es posible que alguien que compartió cada rincón de mi alma, aquel que conoció hasta las sombras de mis secretos, asegure que jamás lo amé? 

Este rompecabezas de emociones deja mi alma paralizada, incapaz de trazar las líneas de una realidad que se desvanece entre lágrimas y recuerdos.

La pena se posa como una sombra, una sombra que se alarga día tras día, transformando el eco de un adiós en un lamento perpetuo. Aunque han transcurrido tres meses desde nuestra separación, el eco persiste, resonando como el primer suspiro de una despedida en la que ni siquiera tuvimos la oportunidad de pronunciar un último adiós.


Me duele la ausencia de sus palabras, la falta de una explicación que cierre este capítulo de nuestra historia. ¿Por qué no pudo quedarse, al menos para despedirse?

Las espinas del desconcierto se entrelazan con los pétalos de mi corazón herido. No logro comprender la razón tras su orgullo, o quizás, su narcisismo, que se erige como un muro infranqueable entre nosotros. Pero mi alma es incapaz de describir la profunda herida que aún sangra en el rincón más vulnerable de mi ser.


En la exquisita variedad de sabores que coloreaban mis recuerdos culinarios colombianos, el Cilantro siempre ocupaba un lugar destacado. Desde el amanecer hasta la cena, era el fiel acompañante en nuestra mesa, un ingrediente esencial tan arraigado en nuestras costumbres que su ausencia se sentía como un eco melancólico.Al ingresar al supermercado en Alemania, mi primer instinto fue buscar el preciado cilantro. Sin embargo, mi entusiasmo se vio empañado por la confusión, ya que la palabra "Cilantro" parecía no resonar en los pasillos. Pues en alemán, el cilantro se llama "Koriander" y, para mi sorpresa, no era tan común en estas tierras.La búsqueda se convirtió en un paseo por la diversidad de productos que adornaban el supermercado, y mi rostro reflejaba la decepción que sentía al no encontrar mi querido cilantro. Fue entonces cuando Adrian, percibiendo mi desánimo, tuvo la genial idea de capturar ese momento en una fotografía. La risa que siguió a este gesto se convirtió en un recuerdo, y la imagen, con mi expresión entre sorpresa y añoranza, fue publicada en mis redes sociales, compartiendo la anécdota de mi búsqueda infructuosa pero divertida de un pedacito de hogar en aquel supermercado tan diferente al que estaba acostumbrado en Colombia.


Mi deseo de preparar una deliciosa receta con cilantro se vio truncado por la difícil búsqueda en los pasillos de los supermercados alemanes. Con el reloj marcando las 5:00 p.m, horario de cierre según la versión de Adrian, las posibilidades de explorar otros establecimientos se desvanecieron. Aunque habíamos adquirido una variedad de ingredientes, muchos de ellos desconocidos para mí, mi curiosidad se mezclaba con la incertidumbre sobre si disfrutaría de todos.Optamos por llevar a casa nuestras adquisiciones, y la sugerencia de Adrian de que, en caso de no agradarme algunos de los nuevos productos, podríamos ofrecérselos a Basko, nuestro fiel compañero, añadió un toque de humor a la situación. Así que, en la calidez del hogar, me aventuré a cocinar algo diferente, explorando con los ingredientes que habíamos encontrado juntos.

Mientras saboreábamos la cena, la charla fluyó hacia los planes futuros de Adrian y lo que nos depararía en Harz. Aunque intentaba explicarme la esencia de este lugar, mi mente aún no lograba visualizar más allá de un bosque solitario al buscar en internet. Decidí no profundizar en ello y sugerí relajarnos frente al televisor. Sin embargo, la fatiga se apoderó de Adrian, quien, tras un paseo con Basko, optó por descansar temprano.

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⏰ Última actualización: Jan 20 ⏰

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