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1año después.
Las cosas empeoraron. El Reino no tuvo salvación y sus habitantes tuvieron que cambiarse de comunidad. Algunos se fueron a Hilltop y otros a Alexandria. Parecía que todo estaba mal otra vez, pues aún estaban con el miedo constante de que los Susurradores aparecieran nuevamente. Y, por esa misma razón, todos comenzaron a entrenarse más seguido. Querían estar listos para cuando algo parecido llegara a pasar en un futuro. Se juntaban casi siempre en la playa de Oceanside para entrenar todos juntos como comunidad.
–¡Mantengan la formación!– les ordenó a todos uno de los hombres que iban. Pues caminaban en filas correctamente ordenadas para que atacar les sea más fácil– ¡Avancen!
______ y Daryl observaban a unos metros como ellos atacarían a los caminantes encerrados en una cabina. Cuando Ezequiel los liberó, Aaron les ordenó que se agacharan y les dijo a los arqueros que remataran a los caminantes y estos lo hicieron bastante bien. La joven Dixon sonrió ligeramente, ahí se encontraban algunos niños que ella había entrenado en arquería durante el trayecto de ese año.
–Lo hacen bastante bien...– habló Daryl y miró a la chica.
–Sí... Estoy orgullosa– ______ no despegaba la vista de las filas.
Luego de que los arqueros eliminaran a los primeros caminantes, Ezequiel volvió a abrir la puerta, haciendo que otros más salgan. Esta vez les tocaba a las lanzas. Lo hicieron increíble. Y, por última vez, el rey volvió a dejarlos salir. Ahora era turno de las armas como las hachas, las katanas y todo ese tipo. Estaban Michonne, Magna y Luke. Cuando estos terminaron, surgió un problema, Ezequiel y Jerry ya no podían aguantar la puerta debido a la fuerza con la que los caminantes de adentro empujaban para salir. Ambos se alejaron y los muertos derribaron el muro, saliendo todos juntos.
–Vamos. Necesitan ayuda– le dijo el mayor de los Dixon y ella asintió, tomando su arco y Daryl dos cuchillos, uno en cada mano.
Todos comenzaron a rematar a los caminantes, los cuales vendrían siendo unos 20 o 30. Todo esto lo hacían sin romper las filas ni los tiempos de cada uno. Todo iba tal y como lo estuvieron entrenando todo este tiempo.
(...)
–¡Tengo uno!– se escuchó la voz de Lucas al otro lado del muelle.
–Novato. Yo tengo tres– ______ se acercó a él y le mostró lo que había pescado.
–No es justo. ¿Cómo puedes ser más buena que yo en todo lo que hacemos?– el chico se quejó en tono de broma.
–Creo que algunos nacen con talento natural– él puso sus ojos en blanco con una sonrisa al escucharla.