Capítulo 3

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Un sonido indeterminado sale de mis labios al notar como algo, y no quiero pensar en lo que podría ser, presiona la parte baja de mi espalda. Harto de todo me revuelvo intentando darme la vuelta y decirle algunos insultos, así como unos cuantos golpes.

—Quieto —dice pegado a mi oreja— te va a dar igual; digas lo que digas, no vas a obtener lo que quieras hasta que yo lo decida. ¿Queda claro?

Quisiera decirle que se vaya a la mierda, pero al tener la boca tapada me es imposible.

—Tenías unas sencillas instrucciones, pero al parecer has optado por contradecirme. Eh, chico malo. —Se frota descaradamente contra mi trasero provocándome— Quiero ser bueno contigo, pero me obligas a disciplinarte.

Comenzaba a pensar que estaba en una especie de pesadilla, intente de nuevo hablar, pero nada coherente salía de mi boca. De repente noto como con la otra mano de él desabotona mi camisa. ¡Eso no podía consentirlo! mis ininteligibles protestas fueron malinterpretadas.

—No seas impaciente. —de forma brusca su mano busca la abertura de mi camisa, al conseguirlo sus dedos toquetean mi pezón izquierdo.

No podía creerlo, ¿Cómo se atrevía Carlos a intentar seducirme? —Siento cómo tu cuerpo me responde —continúa susurrando en mi oído— cómo, sin palabras, me vas pidiendo más. —pellizca con fuerza para después dejar libre el pezón,

Cuando creo que él dirá algo, su mano se mueve hacia mi entrepierna. —Estoy seguro de que ya notas la humedad. —presiona con la palma de la mano— Pero te lo daré cuando lo estime conveniente.

Farfullo algo en protesta, pero seguía sin poder vocalizar una palabra. —Sé que estás caliente —prosiguió Carlos sin dejar de presionar mis genitales— pero no te lo has ganado.

Abandona mi entrepierna, para sin ningún tipo de moderación arrastrarme hasta posarme sobre el abdomen entre sus piernas. Arrastra sus manos delineando mi espalda hasta bajar a mi trasero donde presiona y golpea ambos glúteos.

Tira de mi pantalón llevándose consigo mi ropa interior hasta bajarlo lo suficiente— Voy a hacer cuanto quiera contigo, con tu cuerpo. Y no pondrás ninguna objeción —promete enfatizando esa prepotencia tan característica de él.

De nuevo intento liberarme, presiono mis piernas para evitar así cualquier tipo de intromisión. Si bien esas caricias eran desconocidas para mí, no me eran desagradables e incluso estaban haciéndome flaquear. Pero ni loco iba a permitirle darse el gusto.

—Disfrutaré viendo cómo suplicas, cómo juego con tu orificio y con tu boca, únicamente por y para mi placer.

No podía más, abrí demasiado los ojos ante lo que oía. Y cuando el rozo mi miembro, di un respingo.

—Mmmm. —dijo con voz ronca el alfa.

Pero Carlos no se detuvo ahí, su mano se movió hacia mi trasero donde sus dedos rozaban mi orificio.

—Que extraño, no recordaba esto tan apretado. —y sin ninguna restricción penetra con un dedo en mi interior.— Estás húmedo, querido. ¿Cuánto tiempo aguantarás sin rogarme que te folle? ¿Sin pedirme de rodillas que acabe con tu agonía?

Gemí con fuerza sorprendido por lo que estaba oyendo, pero mucho más estupefacto por cómo mi cuerpo iba respondiendo.

—Estoy pensando que quizá, para compensarme, deberías hacerme una buena mamada, de rodillas, con las manos a la espalda, para que no caigas en la tentación de tocarte. —ahora ya no me penetraba con un dedo, sino con dos— ¿Con esto es suficiente? —al ver que me movía, Carlos presiona con fuerza mi cuerpo para que me mantuviera quieto— Sé lo que necesitas, pero vas a tener que esforzarte mucho más para lograrlo, querido. Me conoces perfectamente y aunque ronronees como una gata en celo no vas a hacerme cambiar de opinión —explicó en tono de burla.

En Contra de Todo  (Charlos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora