Jamás le avisó Don Soler a Emiliano que el tan renombrado y apreciado Comisario Negrete que lo recibiría en su destacamento era tan joven y tan...
Tan joven y tan...
Tan.
—Tome asiento, —le indica Negrete, bajando a su propia silla— sólo será un momento.
Emiliano asiente cordial y se sienta al otro lado del escritorio, entrelazando los dedos de sus manos sobre su regazo y medio que imaginando el tipo de conversación que su nuevo Comisario quiere tener con él.
Jorge Negrete le sonríe de repente, breve, educado y sin mostrar los dientes:
—Además de darle la bienvenida quisiera expresarle mi más sincero sentido pésame por lo sucedido a su compañero. Han pasado ya doce meses, pero no habíamos tenido el placer de conocernos, con lo cual quiero dejar constancia de que tiene usted todo mi apoyo y comprensión, García.
El más joven torna su atención casi completa a evitar reaccionar de manera alguna ante esas palabras. A enviar lejos de su cabeza las imágenes que tan vívidamente lo despiertan y lo persiguen a diario, cuando no el charco de sangre, el funeral y los gritos de la viuda, los chillidos de la niña, los empujones de los guardias.
Por muchas razones es necesario aguantarse ese suspiro cansado que le viene naturalmente cuando alguna persona ajena a los acontecimientos, totalmente desconocida como lo es el Comisario Negrete en este caso, hace mención de lo sucedido en un intento de mostrar empatía.
Pero el Comisario Soler lo transfirió expresamente a este Destacamento a razón de su confianza hacia este hombre, y además nunca fue Emiliano una persona maleducada ni malagradecida, entonces baja la mirada, eso sí algo que no puede evitar hacer ya por costumbre o por vergüenza, y asiente muy serio regresando la mirada a su superior:
—Gracias, Comisario.
Negrete asiente.
—Y sé que reintegrarse a patrullaje luego de dedicarse enteramente a Narcóticos puede ser un cambio un tanto brusco... —continúa el mayor, observándolo aún con esa expresión entre amistosa y regia, con esa sonrisa mínima que no llega a colmar totalmente la expresión en sus ojos intensos, esos ojos que más que gratitud, están expresando desconfianza, piensa Emiliano— ...pero confío en que el Oficial Infante lo asista en lo que sea necesario, hasta que se sienta usted cómodo. Entiendo que ya se conocieron.
—Sí, mi Comisario.
Jorge traga saliva casi imperceptiblemente al escuchar las palabras que Pedro adora repetirle en circunstancias enteramente diferentes. Tanto se ha adueñado de ellas que lo hace al mayor parpadear distraído por un momento, viendo al nuevo muchacho con ojitos de borrego pero escuchando en su mente la voz del sinaloense hace tan solo unas horas, repitiendo su nombre entre gemidos en su propia cama, en su propia casa.
—Muy bien. Eso es todo, entonces. Puede retirarse.
Emiliano se pone de pie inmediatamente, asiente con esa postura típica de recluta apenas graduado, de hombros tensos, y hace un rápido saludo antes de darse la vuelta para regresar a la comisaría.
—García —Jorge lo detiene con la mano en la puerta, y el chamaco se gira hacia él, expectante.
Y aunque el Comisario considere repentinamente que traer el tema a colación es manera de predisponerlo ante ese sentimiento, de todos modos se lo dice, porque es necesario que lo escuche:
—Sepa usted que no tolero en mi comandancia acoso de ningún tipo y que cada uno de los funcionarios bajo mi mando se apega al mismo código moral de compañerismo. Estoy seguro de que no habrá problema alguno, pero en dicho caso, le ordeno se dirija a mí directamente para tratar el asunto de la manera más cordial e inmediata posible. A partir de hoy es usted un oficial de mi destacamento y recibirá el trato que se merece dentro de mis oficinas. ¿Entendido?

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Emergencia 911 MEX
FanfictionEmiliano es un joven policía que todo el mundo tacha de corrupto luego de la sospechosa muerte de su compañero durante una misión en encubierto. Como Comisario en Jefe, Jorge lo recibe en su destacamento cuando es transferido de regreso a patrullaje...