Es la misma pesadilla de siempre la que lo arranca de su plácido sueño.
Despierta con ese balazo como si hubieran jalado el gatillo dentro de su propia recámara.
—Chapas bajo nuestras putas narices, perros hijos de su puta madre.
Aquellos ojos fríos y calculadores que los observaron sin remordimiento alguno mientras se arrodillaban en el asfalto mojado y mugriento esperando sus suertes con resignación.
Algo o alguien los había delatado pero eso no importaba ya.
Chapas, policías, botones, cuicos, tecolotes, azules, cualquiera de esos. Hombres muertos también eran.
Emiliano había escuchado los jadeos de Andrés a su costado y se había girado para reconfortarlo en voz baja. Porque Andrés tenía una niña, una esposa, estaba casado, lo esperaban en casa luego de tantos meses fuera de encubierto. De seguro la escuincla ya había aprendido a caminar, a lo mejor hasta lo hubiera recibido con un "papá" antes de ser alzada en brazos.
Se giró para reconfortarlo y en ese mismo instante dos pasos firmes resonaron en el estacionamiento cerrado y acto siguiente había sido aturdido por el sonido de un disparo a meros centímetros de distancia, un orificio rojo en la frente de Andrés había teñido sus facciones de escarlata y lo había salpicado a él.
Sintió la sangre tibia en su boca antes de que su compañero se desplomara en el suelo con un golpe seco. Cayó hacia adelante con las manos atadas a la espalda y él dejó de respirar por un minuto entero sin darse cuenta.
Con los oídos retumbando.
Sin poder despegar los ojos del cabello de Andrés, de repente embetunado en sangre por la bala de su propia pistola que había atravesado su cabeza.
Cuando lo manotearon para ponerlo de pie le dieron ganas de vomitar.
—Limpien todo, —ordenó aquél castaño con tatuajes en el rostro, con una voz desprovista de emoción como si no acabara de asesinar a su mejor amigo a sangre fría— este se queda.
"Este" era él.
Nunca le dijeron por qué le perdonaron la vida y no lo sabe hasta el día de hoy, pero despertando una mañana más empapado en sudor, con los ojos rojos y las manos temblando, casi sintiendo el gusto a cobre de la sangre ajena en su lengua como si nunca hubiera desaparecido, desea que lo hubieran asesinado a él también.
Se gira en el colchón y observa el techo con manchas de humedad por unos instantes antes de romper en un llanto doloroso que no puede contener.
No hay nadie aquí que lo pueda escuchar.
Un llanto que es de esa angustia que no lo quiere abandonar. Sollozos que se mezclan con el ruido todavía esporádico de los coches allá afuera, el sol apenas asomando. Que nace de la impotencia, del desconocimiento, la incertidumbre y el trauma.
Este se queda...
★★★
Jorge ve de soslayo cómo Pedro emerge de la habitación refregándose los ojos y soltando un bostezo estruendoso.
Se le acerca arrastrando los pies descalzos y todavía sin camisa cuando lo ve de pie allí junto a la mesa con la taza de café en un mano y los documentos en la otra.
—Tú siempre madrugando... —masculla Pedro con voz ronca, parándose detrás de el mayor y pasándole ambos brazos por la cintura para abrazarlo.
Jorge sonríe y baja la taza a la mesa.
—Hmm.
—¿Qué dijimos de andar trayendo el trabajo pa casa? —le suelta Pedro observando los documentos por encima de su hombro.

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Emergencia 911 MEX
FanfictionEmiliano es un joven policía que todo el mundo tacha de corrupto luego de la sospechosa muerte de su compañero durante una misión en encubierto. Como Comisario en Jefe, Jorge lo recibe en su destacamento cuando es transferido de regreso a patrullaje...