Los ojos del niño empezaron a ver la potentísima luz del sol, notando que al parecer algunas horas habían pasado desde la última vez que quedó inconsciente. El niño se levantó repentinamente al no sentir su brazo izquierdo, por lo que volteó a ver qué estaba pasándole.
No fue hasta que recordó todo lo sucedido anteriormente con la bestia que aún hacía muerta frente a él. A ser sincero, los resultados que al final fueron presentados no se los esperaba, literalmente había hecho trizas a nada más ni nada menos que una bestia de tal calibre como un Minotauro mutante o lo que fuera esa cosa.
Lo más importante es que había salido con vida ahora consciente de los peligros que asechaban en todo el bosque, lo que indicaba que no sería en lo más mínimo seguro el estar por aquella zona viéndose obligado a postergar sus planes para un futuro en donde fuera lo suficientemente fuerte como para defenderse sin necesidad de sucumbir a un brazo menos.
Cuando el niño se hubo levantado del destrozado suelo, causa de la caída de la bestia, se dirigió caminando lentamente hacia la antes dicha para posarse al lado de esta. Tomando la lanza en manos, de un brusco movimiento sacó el arma blanca de los ojos del animal, adoptándola como su principal armamento.
Había aprendido que en cuanto a la defensa propia estaba bastante escaso de fuerza y poder, solo tenía agilidad y era gracias a su vida pasada, sin embargo, el hecho de tener una extremidad menos le beneficiaba tanto como a una hormiga picar a una persona, el dolor estaba hecho pero al final la hormiga terminaría muerta a manos del humano.
Entrecerrando los ojos por el sol, el niño observó el destrozado panorama que había quedado tras el combate. Cada hoja seca era teñida por sangre, cada árbol cortado, partido, agujereado, le hacían recordar las noticias de asesinatos y de daño medioambiental causado a mano del hombre. Esto se intensificó aún más cuando vio en el suelo una pequeña avecilla ya falta de vida por el destrozo del Minotauro.
Tomando al pequeño mamífero en manos, lo miró con desdén. No era el hecho de que tuviera algo contra el animal ni mucho menos, solo que esa fue la única expresión que pudo manifestar al recordar que todo aquello había pasado por nada más ni nada menos que otro animal. Tal vez era un toro humanoide mutante de 4 metros de alto, grotesco y agresivo, pero no lo hacía distinto a un animal como lo podría ser un simple gato; sangraba, gritaba, y tarde o temprano, moría.
Esto puso en juego su percepción de la realidad ante sus creencias antiguas, puesto que siempre tuvo la idea de que el causante del 100% de las cosas que pasaban en la Tierra era el hombre, pero ahora que se ponía a pensar, los animales cuando hacen sus necesidades contaminan el medio ambiente, cada especie de árbol en una temporada expulsa niveles de carbono dañinos para el medio ambiente, entonces, ¿realmente es el hombre total culpable de todas las cosas?
Sus dudas penetraban en su conciencia seriamente, pero al observar a la pequeña avecilla se dio cuenta de que la cosa no era por un animal, o por una planta, era algo más allá.
No tuvo más tiempo de pensar cuando observó entre las hojas cubiertas de sangre seca un papel curiosamente limpio el cual llamó le la atención automáticamente.
Acercándose al papel lo tomó en manos y, leyéndolo, le sorprendió lo que decía:
-"Muchas gracias por salvar a mi hija de las garras de la muerte. Atentamente: Zeoticus Gremory".
Hubo algo sobre todo lo demás que llamó especialmente su atención, y era aquel extraño nombre el cual sentía haber escuchado en algún momento, juntamente con aquel apellido exótico denominado por el escritor de aquella carta "Gremory".
Tras releer la carta recordó a la niña que antes había salvado, la misma niña pelirroja la cual se le hacía extremadamente conocida de algún lado, no sabía de donde, pero sentía cierta familiaridad con ella, como si la conociera de toda la vida. Decidió no darle memoria a aquello, puesto que lo más probable es que se vuelva a encontrar con ella en un futuro.
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Hombre de Guerra - Yo en DXD
FanfictionHumanos, la escoria sin poder que nacen para morir y causar problemas a través de su existencia, sin conocer la realidad del universo y de la existencia de los demás seres sobrenaturales. Cada raza tiene su representante, pero he aquí se levanta uno...