Write This Down ෆ Traducción

𝙿𝚛ó𝚕𝚘𝚐𝚘

Canción que inspiró el prólogo: Gold Rush / Tylor Swift

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Capítulo trece:

Los hombros del chico se entumecieron hace exactamente siete minutos y trece segundos.

No es que esté contando.

A decir verdad, no es nada sorprendente dada la inmensa carga que lleva. Ocho libros de texto sobrecargan su bolso verde bosque (sí, eligió el verde simplemente porque es un color bonito. No, nunca podría haber otra razón). También tres carpetas repletas. Debe estar en casa al anochecer a menos que pretenda unirse a los grupos de dos o tres para otra charla temprana (¿tarde?). Tareas, proyectos y exámenes próximos no dejan espacio para nada más que enfoque diligente y compromiso.

Lo que hace que este paseo por el bosque sea aún más irrazonable, innecesaria. Superflua.

O, tal vez, el entumecimiento en sus hombros y en su pecho sea una prueba de que nada volverá a importar más.

Tal como se esperaba, entra a un claro y encuentra a un chico rizado (más conocido como el pequeño músico del pueblo) acurrucado en un banco de madera. Su propia mochila, casi vacía, yace olvidada en el suelo. El chico sólo puede ver su espalda, pero su postura encorvada, los rápidos estremecimientos que lo sacuden, dicen volúmenes devastadores.

Una sonrisa torcida, nerviosa y aterrada tira de sus labios. Es todo lo que puede hacer para no apresurarse, para borrar esta distancia impenetrable. Se conforma con pasos pequeños. "Siempre tuviste un talento para lo dramático", dice. El músico se detiene. "Nunca pensé que fueras de los que abandonan la escuela así como así. Y en medio de la hora del almuerzo además. ¿No tenías hambre?"

Durante estos primeros meses de otoño, los narcisos que bordean los senderos se marchitan con cada paso que se da, cada avance en el tiempo atraído hacia inviernos inevitables.

Los pétalos caen de las flores a toda prisa cuando el músico no se da vuelta. "Felicidades", dice, en lugar de un saludo o una respuesta. O cualquier cosa sustancial, en realidad.

"¿Por qué?" El mundo da un suspiro de alivio cuando el chico le quita el bolso. Se desliza sobre el banco con el corazón en la garganta.

"Sabes por qué." Es una voz desolada y temblorosa. Desdeñosa y resignada. "Estoy seguro de que te divertirás en el baile. Me alegro de que hayas encontrado pareja. Mereces divertirte. Mereces lo mejor. De verdad. Es una gran noticia. ¡Eres el primer junior en tener una cita para el baile de bienvenida! Así que, sí... felicidades."

"Yo no..."

"Y obviamente Jen tiene muy buen gusto... tú, um, ¿quién no querría ir contigo? Realmente estoy feliz por ustedes dos y todo y..."

"Le dije a Jen que no".

Todo se ralentiza.

No, sinceramente, todo en el mundo se detiene por un shock. Los narcisos retardan su marchitar. El pequeño arroyo que silba mientras transporta agua a través del claro decrece en el silencio. El chico deja de respirar y el deslumbrante modelo a su lado detiene su intento de arrancar un hilo suelto de la rodilla de sus jeans azul claro.

El universo entero contiene una respiración colectiva.

"Tú..." Los rizos ocultan su rostro, su expresión. Sus palabras suenan entrecortadas, como si sus pulmones dejaran de absorber aire por completo. "¿Le dijiste que no? ¿A Jennifer Bindley? ¿Le dijiste que no querías ir al baile con ella?"

No es momento de sonreír, pero el chico lo hace. "Lo hice. Le dije que no a Jennifer Bindley. No quiero ir al baile con ella. Nunca lo hice."

"... Oh."

"Sí... oh." Un tono burlón hace que su tono aumente. Los ojos del chico se arrugan al ritmo de la corriente que vuelve a converger. Los pinos escuchan con vigor. "¿Oh... es por eso que te fuiste? ¿Por culpa de Jen?"

"Oh, um... um. No, simplemente no..."

"¿Porque me pidió que fuera al baile con ella?"

"Yo..."

"¿Porque tú... no querías que fuera con ella? Porque tú..."

Porque tú también lo sientes.

Porque sabes que también estaría mal.

Porque sabes, como yo sé y como saben los pinos, como sabe el mundo, que sólo hay una persona con quien debo ir a un baile; Sólo una persona con la que debería ir.

El chico respira una vez, dos, tres... un millón, y luego junta las manos sobre el regazo. El silencio lo envuelve por todos lados. Lo ahoga. Cambia su línea de interrogatorio. "¿Por qué te molestó tanto? ¿La idea de que esté con otra persona?"

"Sabes por qué."

Y lo hace. Ya no puede negarlo. Es completamente incapaz de hacerse el tímido. Esta energía entre ellos, tensa y palpable y muy diferente a cualquier otra fuerza en este mundo, no se puede negar. Nunca ha sido fácil descartarlo, reírse de ello, y se vuelve aún más imposible ahora que están sentados en este claro con dos corazones listos para estallar de su pecho. Con un arroyo que fluye y flores moribundas y un baile de bienvenida en el horizonte. Una salida dramática para demostrarlo.

No puede ignorarlo. No pueden ignorarlo. Ya no.

"Sí. Lo se. Y yo..."

Con respiración temblorosa, dedos temblorosos y corazón frenético, el chico se da vuelta. Se enfrenta a una mata de rizos interminables y se adelanta para jugar con los mechones sueltos. Aunque el músico inicialmente se tensa, pronto se inclina hacia una piel suave y un toque aún más suave.

"Por favor", susurra el chico, "por favor, sólo... por favor, no me obligues a dar este paso solo".

Afortunadamente, con gratitud, brillantemente, unos ojos verdes parpadean para encontrarse con los suyos y entonces, sin una palabra, explicación o atisbo de duda, la distancia desaparece como si nunca hubiera existido en primer lugar. Dos pares de ojos se cierran suavemente y los dedos se entrelazan. Todo se detiene. Todo se desvanece.

Dos pares de labios de color rosa suaves como pétalos se encuentran en el medio.

Un retoño florece.

Y algo reluciente, centelleante, brillante y nuevo los lleva a un territorio inexplorado.

Dan el salto juntos, en un pequeño banco en un pequeño claro de un pequeño pueblo, y a cambio el mundo se incendia.

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N/T: ¿Se quedan conmigo? Yo ya estoy atrapada