Aquel en el que Visenya se reencuentra con su hermana y con su abuela

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Contexto: En un principio el capítulo 6 tenía la finalidad de mostrar el reencuentro de Vis con Baela y Rhaenys.

Baela le abraza tan fuerte que sus costillas crujen, y Visenya no hace más que sonreír, aún si la fuerza de su amada hermana sobrepasa cualquier pequeñez esperada de una dama como ella. Su corazón lastimado late con fuerza ante el encuentro, y valora de sobremanera poder ser prisionera de los brazos de la preciosa hija mayor de Daemon Targaryen.

— No tienes idea de lo mucho que te he echado de menos — susurra, en su garganta hay un nudo traicionero que le orilla a soltar llanto. Sin embargo no lo hace, no llora, está sumamente feliz como para arruinar este momento.

— Ay, mi adorada Vis — Baela hace aún más fuerza y, besa su pelo blanco con devoción — También os he echado de menos.

Al muy bonito gesto se une Rhaena, a quien la mayor de todas ha saludado ya. Sin embargo, la dejan entrar. Visenya se aferra a sus hermanas con toda su fuerza, y cierra los ojos para alejar las lágrimas de emoción. Ha sido un tiempo largo desde que las tres han estado juntas; en aquella vida y en esta. Para estos tiempos, es probable que Baela haya estado ya por dos años en Marcaderiva, y no ha podido hablar cara a cara con sus hermanas por todo aquel tortuoso tiempo.

Visenya, por otra parte, sabe que en su muy extraña existencia, han pasado demasiados meses. En la guerra, fue Baela la valiente muchacha que hizo frente a Aegon II y lo dejó invalido, siendo mucho más joven y su dragón aún más; a diferencia de su hermana menor, ella consiguió ser liberada gracias a las negociaciones de Corlys. Sin embargo, Visenya había cometido la estupidez de haber atentado contra Aegon y no haber salido victoriosa. No sabe cómo terminó la historia de cualquiera de sus hermanas, pero espera que fuese mucho mejor a la suya.

— ¿Le explicarías a tu hermana mayor como es que has caído de un caballo? — Baela suspira cuando ya se han separado y observa a su hermana con aire protector.

Baela es sumamente parecida a los vagos recuerdos que Visenya tiene de Laena, su madre. Ese rostro agraciado con los rasgos Targaryen y la piel de la casa Velaryon; sus rizos perfectamente acomodados y una sonrisa preciosa; cualquier que la viera diría que Laena le hizo sola; pero en sus ojos abunda la llama abrasadora de Daemon. El brillo pícaro y descarado que heredó del Príncipe Canalla.

— Un simple accidente, fue una bobería — Visenya intenta deshacerse muy rápido del interrogatorio, pero Baela no desistirá jamás, hacerlo nunca ha sido parte de ella.

— ¿Una bobería? ¡Mira nada más! Esos malditos morados en tu preciosa cara ¡Que desgracia! — Rhaena se une a su hermana antes de que esta pueda decir alguna cosa.

En las gemelas, ambas tan parecidas pero al mismo tiempo tan diferentes, arde el fuego de la rabia. Puede saberlo con tan solo posar sus ojos en ellas. Rhaena es una fiel creyente de — tanto como Daemon — que ese terrible accidente fue más que provocado. Se ha mantenido callada hasta ahora; y con Baela apoyando por fin dirá todo y cuanto piensa.

— Es estupido pensar que tú, mejor jinete que cualquiera, hayas caído así nada más — Baela cobra una dura expresión autoritaria — ¿Qué rayos fue lo que sucedió?

Visenya, por un momento se siente seriamente como la pequeña niña de catorce años que ahora es. Había olvidado cuán intimidante podría llegar a ser cualquier de las gemelas. Especialmente si se trata de proteger a la menor de sus hermanas.

Los ojos de todos están sobre el simpático trío de niñas; Vis puede sentirlo. Si observa alrededor, pronto puede ver a su abuela, Rhaenys observando la escena con una expresión algo... ambigua. Como siempre, hoy y también su vida anterior, es difícil saber lo que pasa por la cabeza de la mujer.

Ha llegado mucho antes que los barcos Velaryon, a lomos de Meleys acompañando a su nieta mayor. Una costumbre que no se rompió jamás. Por solo un minuto, Visenya sintió miedo de volver a ver a su abuela. Y no entiende muy bien porque; tal vez se trate de esa disimulada aversión que la mujer tiene hacia Daemon o inclusive hacia ella misma; o solo sea la ansiedad hablando.

— No has sido nunca una niña torpe en cuanto a la equitación, mi amada — Rhaenys niega con la cabeza y se acerca — Permitenos a todos dudar sobre las causas de este tan... desafortunado suceso.

La princesa acaricia su pelo blanco, y está siendo sincera con el cariño que le da. Por primera vez en mucho tiempo, Vis siente el amor maternal fluyendo hacia ella de parte de Rhaenys. Su abuela le abraza también, y ella corresponde cerrando los ojos con fuerza mientras también aprisiona el largo cuerpo de la dama entre sus brazos.

En el gesto, Visenya se propone a ver a su alrededor de nuevo. A un par de metros, Rhaenyra y Daemon observan la escena. Su padre, siempre serio y extravagante examina a su hija con detenimiento, esperando señal alguna de debilidad. La Princesa Heredera, por otro lado, mira el abrazo de Rhaenys y Visenya con una dulce expresión de alegría.

Si hay algo que Visenya sabe es que su madre nunca ha envenenado su mente contra ningún ser. Ni aún cuando por años Corlys y Rhaenys echaron culpas sobre ella por la muerte de Laenor. Nunca llenó la cabeza de ninguna de sus protegidas con más que buenas palabras y recuerdos reconfortantes.

No quedó porque... bueno, el enfoque del capítulo cambió, y no quiero a una Rhaenys áspera con su nieta que casi muere, osea... ya murió, pero sobrevivió... ¿Se entiende?

Inventing VisenyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora