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El silencio reinaba en las paredes desoladas. Justo en ese momento, toda la gente de la agencia, había desaparecido en un fugaz abrir y cerrar de ojos.
No estaba decidida si el destino estaba en su contra, o a su favor.
Las pisadas de sus altos zapatos resonaron en el reluciente piso de madera, provocando que ese fuera el único sonido entre aquellas dos personas. Se acercó abriendo la ventana, ya que de un repente, hacia demasiada calor.
Caminó a la esquina de aquel camerino, era bastante grande. Tuvo que dar grandes zancadas, para dejar su abrigo colgado. Con mucha más comodidad que antes, se dispuso a romper la incómoda burbuja de silencio.
─Bien, eres el primero. Déjame ordenar los materiales y empezaremos ¿si?
Beatrice le indicó el asiento disponible mientras ella se disponía a ordenar la mesa que contenía todos los equipos necesarios para la prueba de maquillaje. Quería hacer todo el ruido del mundo, para no sentir esa penetrante atmósfera que le causaba picazón en el torrente sanguíneo.
