Capitulo 8

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Hay una cosa qué siempre quise saber antes de morir, pero ahora me parecía una tontería ya qué nunca lo lograría cumplir. Conocer a mis progenitores.

Antes era una de las mayores dudas qué tenía, era de ese tipo de dudas qué nunca te dejan dormir, aquellas preguntas qué se te quedan en la cabeza torturándote hasta el grado de demencia, pero cuando tenía como ocho años de edad me di cuenta de qué era una tontería ya qué si mis progenitores no me quisieron al nacer, ¿qué me aseguraba de qué me quisieran conocer ahora? Por la misma razón dejé de buscarlos cuando crecí, lo único que me importa ahora era encontrar a Cristopher, saber su paradero e irme con él.

Al pasar los años dejé de tener comunicación con Cristopher, ya que a él lo adoptaron primero y a mí me dejaron en el hogar más jodido, y aunque agradezco la crianza qué me dieron las hermanas, nunca las elegiría para criar a otro niño. La casa hogar de las hermanas nunca fue el mejor lugar para criar a una niña como yo, o a ningún niño qué tuviese el mismo carácter que yo, siendo rebelde. En mis memorias siempre quedo marcado que Cristopher siempre fue un niño obediente, acatando ordenes de la autoridad como un perrito faldero buscando la aceptación de un hogar.

Pero yo no.

Cristopher no solo era obediente, sino que también era muy envidiado por todos los niños del orfanatorio, en mis vagos recuerdos de Cristopher recuerdo a un niño, siempre estaba al lado de Cristopher, si Cristopher iba a un sitió al instante el otro niño lo acompañaba, no recuerdo la cara del niño ya que nunca conviví con el más de lo necesario, lo cual nunca fue.

Nunca lo conocí o ni siquiera oír su voz.

Ahora agradecía el saber que yo no volvería a ese orfanato además sabía que, aunque me encontrase en un estado crítico en el hospital, mínimo no volvería a encontrarme con el orfanato durante toda mi vida ya que, aunque faltasen algunos años para cumplir mi mayoría de edad sabía que estando fuera de ese lugar tendría oportunidad de huir a donde quisiese.

-Ailyn, ¿esta despierta? -a lo lejos se escuchó una voz algo conocida.

Sentí como me tomaron de los hombros y me removieron levemente, abrí los ojos con pesades y los cerré al instante por la luz cegadora de la habitación que me encandilo.

-Ya despertó.

Abrí los ojos por segunda vez tratando de acostumbrarme a la luz de la habitación.

-¿Ángel? -tosí con fuerza al sentir el ardor que me provoco el hablar.

-¡Denle agua! -Seguí la voz hasta que me encontré a Julián.

Al instante Ángel me paso un vaso de plástico lleno de agua, lo tomé y le asentí con la cabeza en forma de agradecimiento.

Carraspeé un momento antes de hablar. -Gracias Ángel.

-No es nada. -se encogió de hombros restándole importancia, se escuchó un carraspeó de alguien a sus espaldas, lo que lo hizo reír-. Bien, dejare a los enamorados hablar en privado.

Julián se acercó peligrosamente a Ángel el cual se acercó con rapidez a la salida y Julián rápidamente lo tomó de los hombros y lo empujo hacia la salida cerrando la puerta después.

-Julián. -lo llamé y al instante nuestras miradas de encontraron-. Necesito encontrar a alguien y creo que tú me puedes ayudar.

-¿Qué? -cuestionó con sorpresa.

-Si. -respondí y comencé a contarle todo de la manera más rápida que podía-.  Se llama Cristopher iba conmigo en el orfanatorio y ahora la única oportunidad que tenía de saber de él eran unos papeles que se encontraban en una carpeta amarilla la cual me arrebató tu madre. -enfaticé-. ya qué pensó que yo me había acostado con tu padre, el cual me vendió a un señor el cual me dio los papeles con la información sobre Cristopher y ahora necesito buscarlo, ¿entendiste?

AMENAZA [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora