Nido de Amor

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Se escuchaban fuertes los truenos, pero la lluvia no comenzaba a caer. Los estudiantes habían terminado con sus deberes, las áreas verdes del campus de la universidad estaban vacías y ya todos se habían ido a sus habitaciones. El viento golpeaba la ventana y el clima estaba bastante frío afuera, pero dentro de la habitación de Megumi Fushiguro era todo lo contrario.

Acostado entre las sábanas se quejaba Yuuji, con una leve sonrisa.

La primera vez que lo hicieron, había amado el momento tan íntimo pero le había dolido. Esta vez no le dolía de manera insoportable, ¿cómo podría definirlo? Era un dolorcito que le daba gusto.

—¡Sigue!— le suplicaba a su compañero.

Que afortunados eran los dos, Gojo-Sensei estaba de viaje de negocios y los demás estudiantes de la universidad estaban en dormitorios muy alejados de allí. Podían romper la cama si querían.

—Yuuji... dime... ¿te estoy lastimando?— Le dijo su amante, con tono muy bajito y al oído. 

¡Ah! la voz de Megumi era tan sensual y varonil, tan áspera y profunda... Si ya daba gusto escucharlo hablar en una situación normal, haciéndolo era como escuchar un dios. Itadori ni le respondió, estaba inmerso en sus pensamientos.

Sentía la nariz perfilada del pelinegro en su nuca. Que delicia la sensación de los suaves labios de Megumi recorriendo su cuello, jadeaba casi a su oído y eso lo volvía loco. Tenían las piernas entrelazadas, se movían ambos al mismo ritmo.

Itadori sentía tambien el pecho suave y tonificado del pelinegro en su espalda. La mano derecha de su amado le recorria el pecho y adbomen alocadamente mientras que con la izquierda le jalaba el cabello. Yuji gritaba como loco... Fushiguro sí que sabía lo que estaba haciendo, lo tenía a su merced.

—Yuuji... ya voy a terminar— Le avisó el pelinegro. Esta era su parte favorita porque Fushiguro no era de la clase de hombre que le daba vergüenza expresar su placer cuando terminaba.

Como si pesara lo mismo que una pluma, Megumi lo volteó y sus miradas se encontraron. Con sus dos manos tomó la cara de Itadori y lo besó profunda y apasionadamente.

—Te amo— le dijo el pelinegro antes de quedarse dormido entre sus brazos. 

Así durmieron toda la noche en su nido de amor: la habitación de Megumi Fushiguro que, sin dudarlo, se había confesado. 

Nido de amor - Itafushi 💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora