Habían adictos, de todo tipo. Jungkook sentía que él era uno. Adicto a Yoongi y a su sonrisa.
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Jeongguk había llegado cansado a su pequeño hogar, solo quería llevar a su gatito a la cama y mimarlo hasta dormirse, besar sus labios y sus mejillas tantas veces hasta que estas quedarán rojitas de la vergüenza.
La oficina lo estaba matando, y él era el jefe, imagínate.
Por suerte no salía tan tarde y podía ver a su esposo al medio día, justo cuando él estaba haciendo unos de esos pasteles que lo mataban de lo deliciosos que eran. Sí, amaba esos pasteles y amaba más que su esposo fuera el que los preparará con sus delicadas manos, solo para él.
—¡Estrellita, ya llegué! —Se sacó los zapatos y dejó su abrigo en el colgador junto a las llaves.
—¡Ggukie, amor, estoy en la cocina! —Escucho una pequeña risita, la voz de su esposo hizo que se sonroja y sonriera como un bobo, dejándose llevar por sus pies a la cocina.
Se arrimo en el marco de la puerta, observando la pequeña figura de su esposo de espaldas. Tenía su mandil de gatitos y tarareaba una canción que pasaban en la radio.
—Pétalo. —Llamó despacio.
—Ggukie. —Yoongi se giró y sonrió en grande cuando vio a su esposo, se seco las manos en el mandil y casi corrió a abrazarlo. —¡Te extrañe mucho, Ggukie! —Lo abrazo, casi colgándose del cuello de su marido, posó su mentón en el pecho del más alto y habló haciendo pucheros.
—Mi vida, hicimos video llamada hace media hora. —Rió en bajo y acarició las mejillas rosas de su esposo. —Estás muy bonito hoy, cielo.
Siempre lo estaba.
Yoongi sonrió y le dio un besito rápido en los labios.
—Hice pastel para ti. —Soltó una risita tímida y se alejó lentamente de su esposo, para traer el plato con el pastel de chocolate, mostrándoselo.
Jeon suspiró, agarro el plato con el pastel y lo dejó en la mesa.
Sonrió a su esposo y lo tomó por las caderas, junto sus frentes. Nunca fue más feliz que ahora, era feliz con su simple presencia.
Y besó a su esposo, como se debía, lo necesitaba tanto. Beso sus labios como si fueran lo más precioso que había en la tierra.
Su esposo era lo más precioso que tenía en la tierra, su Yoongi.
Yoongi recibía su beso tan tímidamente, aferrándose a sus hombros, y besando suavemente sus labios para que luego Jeon diera besitos a sus mejillas sonrojadas y a su carita, haciendo reír a su esposo.
Yoongi tomó un poco de aire y riendo suavemente, mirándole a los ojos dijo: —Te amo, Ggukie.
Jeongguk sintió sus mejillas arder y sonrió más, junto a su Yoongi, respondió. —También te amo, pétalo.
