Jeongguk hizo un pacto con todas las fuerzas del universo... Le daría todo a su Yoongi. Todo lo que él quisiera.
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Otro día para la linda pareja de recién casados, Jeongguk y Yoongi.
Los rayos del sol caían fuertemente en sus caras, causando que el mayor se levantará entre quejidos.
—Oh, Yoongi. —Bostezo el castaño, para luego soltar una risita boba por ver a su esposo con la carita levemente fruncida por el sol, sin despertar aún. —Amor. —Llamó. Sonriendo aún más, ve a su esposo. Yoongi solo se quejaba por sus llamados, pero una pequeña sonrisa se asomaba por sus esponjosos labios rosas.
—Yoongi, sé que estas despierto. —Advierte el castaño. —Venga, amor. Tenemos que tomar desayuno. —Suspira, más vuelve a abrazar a su adorable esposo, lo acurruca y tapa más con las suaves sabanas. Lo abraza protectoramente y vuelve a sonreír, cerrando de nuevo sus ojos.
Tal vez dormir un poco más no estaría mal, y estaría calientito con su esposito.
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—¡No, Ggukie! —Ríe.
—¡Sí, Ggukie, sí! No has comido tu brócoli, Yoongi boongi, así que el monstruo de las cosquillas te comerá y solo dejará tus huesos.
—¡No, Ggukie, el monstruo de las cosquillas, no! —Reía más fuerte.
Yoongi y Jeongguk estaban almorzando, o bueno, eso hacían antes de que Jeongguk comenzará a hacerle cosquillas como un desquiciado.
Hoy le había tocado cocinar a Gguk y había hecho pollo asado y ensalada de brócoli, una delicia.
Pero, como Yoongi a veces —siempre— era un bebé, no había querido comer los arbolitos, como solían decirle ellos. Así que Jeongguk le estaba haciendo cosquillas como castigo.
—¡O-Oh, JeonGgukie, ya basta! —Ríe. —¡Me haré pipí! —Jeongguk ríe tiernamente y resopla.
Las cosquillas han parado, la respiración de Yoongi se comienza a tranquilizar, pero sus mejillas aún arden por las recientes cosquillas, además de que Jeongguk estaba prácticamente encima de él.
