13 de julio de 1993.
Un pequeño pueblo en las montañas del noreste de Rumanía, en la frontera con Ucrania, quedó aislado del mundo exterior cuando un túnel se derrumbó.
Los rescatistas y la policía del pueblo se comunicaron por telegrama de radio.
El primer telegrama del oficial de policía decía: Las reservas de alimentos son muy abundantes, pero algo no está bien.
En cuanto a lo que estaba mal, el oficial de policía no lo dijo explícitamente.
El primer día de estar atrapados, el mundo exterior recibió un segundo telegrama de ese oficial de policía, que decía: Muchas personas están desaparecidas.
El segundo día de estar atrapados, se envió un tercer telegrama: Apúrense y sálvennos, está a punto de resucitar.
En el tercer día de estar atrapados, llegó el cuarto y último telegrama: Apúrense y ayúdennos, está saliendo...
Después de eso, no hubo más noticias.
Tres días después, los rescatistas finalmente ingresaron a ese pequeño pueblo de montaña, sin embargo... no había sonido en el pueblo, no había una sola persona, ni siquiera un perro o un gato presente... no había pájaros volando, ni insectos chirriando, era un silencio mortal.
Los rescatistas buscaron en el pueblo, pero no encontraron nada. Solo cuando encontraron una iglesia al noroeste del pueblo descubrieron algo extraño.
Detrás de la iglesia había un cementerio.
Los rescatistas descubrieron que una de las tumbas había sido excavada, y había un agujero en el ataúd. El ataúd estaba lleno de barro y arena, y alrededor había rastros de dedos o garras afiladas agarrando y arañando. Y lo más extraño de todo era que... había huellas en el suelo fangoso cerca de la tumba... más bien una serie de huellas que salían de la tumba. Según la longitud y el tamaño, se infiere que las huellas deberían pertenecer a un hombre de figura delgada, o una mujer con pies grandes, o... un adolescente que no ha alcanzado la adultez.
La lápida frente a la tumba era solo una cruz blanca como la nieve, sin el nombre del propietario ni un epitafio.
Una vez más, se buscó en todo el pueblo y las montañas circundantes, y aún no se vio ni una sola señal de una criatura viva.
Después, la policía realizó una serie de investigaciones, pero finalmente no logró resolver el caso.
Esta misteriosa desaparición se conoció como el caso de las 'Cuatro Telegramas'.
......
Veinte años después, un equipo de científicos y arqueólogos se adentró nuevamente en esta región montañosa para descubrir la verdad de ese año.
Después de una semana de investigación, el grupo encontró una cueva a mitad de una montaña, a casi cinco kilómetros del pueblo.
Dentro de la cueva, encontraron los cadáveres de todos los aldeanos. Después de veinte años, todos se habían convertido en esqueletos.
Entre los huesos blancos y secos, hubo algo que llamó la atención de los arqueólogos.
Esos huesos blancos no estaban dispersos al azar, sino que estaban dispuestos regularmente en forma de cruz, y en el centro exacto de la cruz, había un cadáver encogido.
Era el cadáver de un adolescente que parecía tener dieciséis o diecisiete años.
Lo extraño era que todos los demás cadáveres se habían convertido en huesos blancos, excepto su cuerpo, que estaba simplemente secado al aire y carbonizado.
