✼Capitulo 2✼

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Christopher.

Rachel le susurra algo, pero no dice nada más. Mira al ministro en espera de la respuesta.

—No se porque presiento que te arrepentirás de esto —se pone de pie—. Pero no soy quien para juzgar decisiones.

Pero puede cambiarlas. Por mucho que al soldado no le guste.

—No quiero que nadie muera por mí —explica.

—La apoyamos —insiste Lacey—. De nada sirve omitir el exilio en este caso, irse es la mejor forma de protegerse.

Lo miro como la rata que es. No le importa la seguridad de la teniente ni de la familia James, le tiene miedo a los Mascherano y a sus ataques.

—¡Alex, no! —intenta el general.

—Te concedo el exilio definitivo. Ya que no aceptaste el amparo a cargo de el coronel, será el quien lleve el exilio. Se llevará a cabo a primera hora de la mañana, reúnete con el equipo forense para que de los detalles de la supuesta muerte.

—Gracias, señor.

—Se levanta la sesión —demanda el juez.

Todos se aglomeran para hablarle, pero la mujer de asuntos internos se la lleva sin darle tiempo a replica.

Me pongo de pie, saliendo de la sala. Ya siento que me siguen.

Lo ignoro, avanzando a mi oficina, necesito hablar con Reece, le había mandando todo lo referente a Rachel, pero se que le van a dar una nueva identidad, no puedo registrarla así en el CCT, así que Reece tiene que eliminar los documentos de Rachel.

Siento que me empujan y pegan contra la pared. Un brazo lo colocan bajo mi mentón y observo a otra rata. Bratt.

—¿Vienes a lloriquear? —no lo quito, voy a esperar el primer movimiento para partirle la nariz por meterla dónde no lo llaman.

—¿Que te traes entre manos con mi novia?, ¿Papi te está ayudando a que la destruyas aún más?, Voy a...

Papi me está ayudando a alejarla de idiotas como tu —me le burló y esquivo el puñetazo que golpea la pared cerca de mi rostro—. Porque tú familia puede ser muy influyente, pero —sonrío—, pero papi es quien tiene la última palabra aquí. Y la última palabra fue que voy a ser yo quien sea el encargado de alejarla de mierdas como tú.

—Eres peor que yo y ella se dió cuenta de eso.

Me rio.

—Se dió cuenta, efectivamente —lanzo el puño a su cara, medio logra esquivarlo porque le rozo la mandíbula, haciendo que me suelte—. Por eso me ama a mi y no a tí. Porque pese a que soy peor que tú, ella tiene la certeza de que no voy a intentar amoldarla para que se convierta en la copia de tu estúpida madre —recibo un golpe en el hombro, pero se lo regreso, haciendo que se tambalee—. Sabe que a mí sí me puede mostrar esa lencería que a ti no te gustaba porque la había ver cómo una puta, sabe que yo nunca le daría un golpe como tú, maldito imbécil.

—¡Hijo de puta!

Lo esquivo con aburrimiento, Bratt no se cansa de comportarse como payaso y ya en vez de dar gracia, da lastima.

Lo atropello al pasar por un lado y vuelvo a tomar camino a mi oficina... Un tiro pasa zumbandome los oídos.

Justo cuando el ministro avanzaba aquí.

La bala golpea contra el cristal blindado de el edificio de administración.

Ladeó los labios en una sonrisa llena de burla. Una buena sanción se va a llevar, si no es que le dan la baja

Segundas oportunidades │ Minific ChrischelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora