✼Capitulo 9✼

2.1K 182 19
                                    

Christopher.

La observó vestirse, se mueve con lentitud y eso hace que una sonrisa arrogante se instale en mis labios.

—¿Te ayudo, nena? —me burló y ella me arroja una sudadera a la cara.

—¡Te dije que me estaba doliendo y sales con tus pendejadas!, Me vas a cargar a todos lados —advierte.

Se lo merecía.

—¿Estás invalida? —me acerco, pegandola a mi pecho—, yo creo que no, si puedes caminar.

—Pero me duele todo —se queja.

Muerdo su cuello y ella se estremece, me gusta que una mínima caricia mía la ponga caliente en segundos.

—No te voy a sacar de aquí como si fuera un jodido príncipe —me burló, dándole la vuelta.

—Eso sería mucho pedir —bufa—, cómo sea, apúrate tu también que quiero ver a mi bebé.

—Tu bebé ni se acuerda de ti, anda con Alex comprando tonterías.

Sonríe, con los ojos iluminados.

—Que bueno que se sienta cómoda con el, temía que por estar aislada después no quisiera despegarse de nosotros.

Si, me lo dijo una vez, de hecho veíamos a Roxanne jugar con una pelota en la alberca de la casa.

—Dijo que le cayó bien —ruedo los ojos—, cómo sea, vámonos.

Termino de acomodar la camisa y la observo recoger su maleta antes de avanzar conmigo afuera.

Pero una vez fuera, se impulsa y me rodea con sus piernas.

—Así me vas a tener que llevar, mi amor, porque como te dije, estoy adolorida.

La dejo, para que todos vean a quien le pertenece la mujer desconocida.

Al menos por ahorita.

Una vez lleguemos a Londres, va a volver a su tono de cabello, ese negro azabache. De los lentes en los ojos tiene tiempo que se los quito, a Roxanne le gustan, dice que tiene ojos de muñeca.

Llegamos al jet y ella se ubica en un lugar, hoy a su lado y me siento mientras esté despega, recuesta la cabeza en mi hombro y poco tiempo después, se queda dormida.

....

Mi mano se cuela en los vaqueros anchos que trae Rachel, sigue dormida, baja hasta su intimidad y suelta un gemido cuando palpo por encima de las bragas que comienzan a humedecerse.

Apartó las mismas y directamente acaricio su clítoris, su gemido suena más fuerte, pero sigue sin reaccionar.

Ya está mojada.

Disfruto de esta parte, dónde una sola caricia mía la enciende y moja, aún inconsciente.

Desabrocho el botón de el pantalón y lo bajo, dejándola desnuda de la cintura hacia abajo, porque claro que sus bragas se van con el pantalón.

Observo su entrepierna, lista por y para mí.

Me acomodo, colocando sus muslos sobre mis hombros cuando me arrodilló frente a ella, atrayendo sus caderas contra mi.

Paso la lengua por sus labios, recogiendo su humedad, otro gemido, me prendo del botón rojo que está latiendo, hinchado.

—M-mi amor... —jadea, sus manos hundiéndose en mi cabello—, tengo sueño.

—Nena —hundo la lengua en su entrada, ella hala mi cabello, soltando otro gemido—, no te veo desde hace tres semanas —subo a su clítoris, mordiendo este ligeramente—, dormir es lo último que vas a hacer hoy.

Segundas oportunidades │ Minific ChrischelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora