Estúpido Potter

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Daphne Greengrass desde niña siempre ha amado ser callada y enfocada, prefería leer sobre salir a correr como un simple Muggle o prefería enfocarse en aprender acerca de todo ante cualquier actividad de ocio.

No por nada tenía las notas mas altas en todo cuarto año siendo igualada solamente por Hermione Granger.

Una nacida de muggles muy entrometida y juiciosa sobre cualquier actividad o cualquier concepto básico de la cultura mágica, no vayan a pensar que ella era una supremacista de sangre, porque oh Merlin no lo era. Su mejor amiga era una mestiza por amor a Merlin.

Pero sin duda la chica Granger debía aprender a no juzgar y a abrazar a la cultura que estaba siendo introducida, tener magia siendo nacido de muggles era un privilegio y para Daphne, Granger estaba abusando y inutilizando su privilegio buscando cambiar todo el mundo mágico para tratar de hacerlo parecido al mundo muggle.

Daphne veía eso con desdén, después de todo la insufrible y aplicada chica quería cambiarlo y controlarlo todo, tradiciones, comportamientos y hasta leyes. La había escuchado varias veces quejándose con sus amigas de Gryffindor sobre Gran Bretaña mágica y lo "barbárico" o "horrible" que era dicho mundo.

Pero en fin, Daphne era igualada y hasta a veces superada por Hermione, pero eso no la enojaba tanto de ella. No, lo que la enojaba aún más, era todo el tiempo que pasaba con Potter.

Si, no la enojaba como la igualaba y superaba en algunas clases, sino el tiempo que pasaba con el salvador del mundo mágico. Puede que pareciera cliché o hasta estúpido, pero Daphne había estado observando a Harry por mucho tiempo y veía lo perdido que estaba de su lugar en el mundo.

El no necesitaba a una nacida de muggles explicándole como funcionaba su mundo o hasta tratar de moldear su mente para cambiarlo, era el deber de una sangre pura como ella hecha y derecha de enseñarle todo lo que pudiera sobre su lugar en el mundo y sobre cómo comportarse como el heredero de una casa importante y noble cual era el caso de la casa de los Potter.

Daphne desde primer año se había sentido levemente atraída por el problemático y rebelde último Potter. No sabía si era el querer enseñarle cual era su lugar en el mundo, o eran aquellos hermosos ojos verdes lo que le llamaban más la atención.

Y ahora esa atracción había crecido en una fuerte obsesión por Potter, no una obsesión psicótica como la de muchas chicas con problemas mentales, sino una simple obsesión en la que se preguntaba en su cabeza con frecuencia donde estaba Potter o si siquiera había comido. Después de la desaparición del chico tras tener su nombre seleccionado del cáliz de fuego.

Luego...el volvió...pero cambiado, más alto, más musculoso y sobretodo más poderoso. Sea lo que sea que ese mes le hizo, le vino muy bien.

Daphne todavía no podía creer que ese chico que había visto destrozar a un dragón de tan solo un puñetazo, ahora se encontrará al frente suyo, trabajando diligentemente en la poción que Snape les había asignado siguiendo cada instrucción dada por ella.

Se sentía como un sueño, ver a aquel poderoso chico...no...chico no...aquel poderoso hombre revolver los ingredientes en la mezcla verdosa con concentración total, observando con deleite aquellos venosos antebrazos y largos dedos en acción revolviendo la mezcla. Ya no se veía como un idiota.

¿Era acaso malo decir que odiaba a los idiotas?Ella había lidiado con idiotas durante toda su vida, por amor a Merlin, estaban en su propia casa. Slytherin podría llamarse la casa de la astucia y la avaricia, pero sus miembros masculinos eran todo menos astutos. El mayor ejemplo de eso sería Draco Malfoy, el hurón que atormentaba a Potter verbalmente cada vez que podía junto a sus gorilas Crabbe y Goyle, cualquiera que lo observara de fuera pensaría que el chico estaba enamorado de Potter por como lo perseguía y lo incitaba cada que podía.

La Fuerza PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora