Capítulo 2: Ophiuchus

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James  maldijo no haberse dormido antes la noche anterior mientras Sirius lo despierta tirando varias almohadas sobre su cabeza.

-Arriba Prongs, quiero ver a magos coloreados. Me imagino las caras de los profesores, vamos apúrense ¡Todos!-. Un Remus con mala cara agregó -Por Merín Black, es la primera vez en la vida que tienes ganas de ir a clase, calmate un poco-.

-No puedo hacerlo Moony, quiero ver a Snape de un fucsia brillante. Hasta quizá decida lavarse su asqueroso cabello- Todos rieron, aunque James seguía con la incertidumbre del día anterior.

Finalmente estaban saliendo de la sala común y la imagen era asombrosa. Había gente que corría a los baños a quitarse la pintura de la cara; otros volvían a sus habitaciones para ducharse; algunos buscaban un profesor que les ayude. Los merodeadores reían a carcajadas mientras caminaban hacía el comedor cuando algún que otro estudiante con cara de preocupación pasaba por su lado. La mesa de Slytherin ya no se veía del verde tan usual de cada día, ahora tenía una gama de colores muy fuertes en sus uniformes. Todos estaban completamente cubiertos, menos uno, Regulus Black. Él se encontraba perfectamente limpio, con su uniforme planchado y trataba de leer un libro haciendo caso omiso a las quejas de sus compañeros.

-¿Cómo demonios mi hermano puede ser el único bastardo al que no le calló ni una gota de pintura?- Comentó Sirius indignado.

-No lo sé Pads- Respondió James. Pero, claro que lo sabía. Regulus conocía lo que iba a pasar, así que supuso que se fue del castillo temprano para evitar ser bañado por pintura. Encontraba muy intrigante por qué no lo había delatado, o al menos mencionado a sus amigos. Entre tanto jubileo sintió una punzada de culpa. Regulus había sido bueno con él cuando James siempre había estado en su contra. Tenía que compensárselo. Debía de haber algo que a el menor de los Black le interese. ¿Cierto?

Paso toda la mañana pensando en Regulus, no de una forma extraña por supuesto, pero debía descifrarlo. Pensemos en lo obvio, que cosas le interesan. Quiditch, claro. Quizas él pueda darle algunos tips. No, claro que no, muy mala idea ¡Un libro! A Regulus le gustaba leer ¿Cierto? Recordaba haberlo visto leer varias veces. Pero, debía ofrecerle alguno que no haya leído antes, tal vez alguno de edición limitada o algo así.

-Potter- La mirada de McGonnagall estaba sobre él, su mueca no advertía nada bueno ¿Le habría preguntado algo? ¡Merín! Por qué estaba tan desconcentrado.

-Profesora- termino por entonar James, rogando que le repita la pregunta.

-Potter, te lo he repetido dos veces. Presta más atención, voy a necesitar que para el día de mañana me entregues un informe detallado de lo que vimos en clase ¿De acuerdo? Puede pedirle las notas que sus amigos tomaron si es necesario.

- Está bien profesora- Dijo James fastidiándose a sí mismo por estar en otro planeta. Ahora tendría que pasar su tarde en la biblioteca. Tal vez el castigo por la broma hubiese sido mejor que eso.

No le interesaba en lo absoluto la conversión de una rana a un dragón, no es como si realmente algún día iba a necesitar eso. Sin embargo, allí estaba, desperdiciando la preciosa tarde entre libros, escribiendo y escribiendo. En un momento dejó de fundirse en el pergamino porque su mano se había entumecido. Cuando giró la cabeza a una de las ventanas pudo ver que en una mesa estaba un chico leyendo muy concentrado. Regulus. Con toda esta tarea se había olvidado del asunto, quería sacárselo de encima porque esto de estar pensando en el joven Black todo el día no le gustaba.

James caminó decidido, pero debía admitir que cuando Regulus lo miró con sus ojos profundos lo descolocó un poco.

-¿Ahora qué quieres?- dijo el pelinegro rodeando los ojos y retrocediendo un poco con su cuerpo.

-Ehh yo quería- Hizo una pausa pensando qué decir y continuo. –Es decir, gracias por no decir nada, yo creo que te debo una ¿Supongo? Y quería saber si necesitabas algo en lo que te pueda ayudar-.

-Tienes miedo de estar en deuda conmigo ¿No es así?- expresó desafiante.

Mierda. Tal vez eso le estaba ocurriendo, Sirius le había hablado mucho de él y quizás desconfiaba de lo que podría llegar a hacer. –No, solo te quiero devolver el favor-

-Está bien Potter, déjalo así. Aunque no lo creas, no necesito nada de ti-. Regulus se levantó y comenzó a recoger sus cosas rápidamente, dejando James aún más nervioso y desconcertado que antes. 

Constellations - JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora