Dibujando Lineas

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CAPITULO 22

El frío y la desesperación cayeron sobre los debilitados escudos mentales de Harry.

Agarró la varita de Theo casi por reflejo. —Expecto patronum!

Dos voces sonaron al unísono, la suya y la de Jules. La varita se resistió, pero Harry estaba tan desesperado que obligó al hechizo a funcionar, y se sintió la mitad de poderoso de lo habitual, pero su lobo se formó en el suelo junto al ciervo de Jules y ambos animales se abalanzaron sobre el dementor incluso cuando éste se lanzaba hacia el cuerpo boca abajo de Barty Crouch Jr.

—¡Para! —Fudge bramó-

Dumbledore se irguió con una expresión terrible. —¡Cómo te atreves a traer esa cosa a mi escuela! —gritó- McGonagall también estaba gritando, avanzando hacia Fudge y Percy con una expresión furiosa y el cabello al viento- Hermione y Winky se presionaron contra la pared del fondo-

Harry estaba bastante seguro solo que sí mismo y tal vez Theo vieron a Wright apuntar su varita y murmurar un hechizo...

Las cuerdas que unían a Barty Crouch desaparecieron por completo.

El agarre de Harry sobre la varita de Theo se apretó, pero él no se movió.

No reaccionó cuando Crouch tomó la varita de Moody.

—¡Detengalo! —Wright gritó y disparó un aturdidor que falló por medio metro...

Crouch saltó por la ventana justo cuando Dumbledore se giraba...

—¡No! —Gritó Jules, y su ciervo desapareció mientras corría hacia la ventana.

McGonagall lo atrapó y lo arrastró hacia atrás mientras el dementor volaba directamente hacia el espacio abierto y se alejaba disparado tras Crouch.

Todos gritaban.

Theo recuperó su varita. Lanzo un hechizo. El diario cayó en su mano, desapercibido en el caos. Él, Harry y Hermione fueron las únicas personas que no gritaron mientras Theo guardaba el diario en su bolso; él y Harry se miraron a los ojos por un segundo y eso dijo todo lo que necesitaban.

—¡Qué... cómo... Barty Crouch! —Fudge jadeó—. Aún vivo... pensé que Weasley escuchó mal... pero... quién... ¡Dumbledore!

—Barty Crouch padre sacó a su hijo de Azkaban a petición de su esposa hace años, —dijo Dumbledore furioso. Su ira parecía estar chupando todo el aire de la habitación; Harry parpadeó fuertemente y luchó—. Él es responsable de la muerte de su padre y de Bertha Jorkins.

—Bueno, entonces, ¡ciertamente debía traerme un dementor para protegerme! —gritó Fudge—. Tengo todo el derecho, al entrar en una situación potencialmente peligrosa...

—¡No lo traes a la escuela! —McGonagall chilló—. ¡Hay niños aquí!

—Pero ahora no puede dar testimonio, Cornelius, —dijo Dumbledore—. Si ese dementor lo atrapa, estará perdido. Si falla, escapará. De cualquier manera, no puede dar pruebas de por qué mató a esas personas.

—¿Por qué los mató? Bueno, eso no es ningún misterio, ¿verdad? —bramó Fudge—. ¡Era un lunático delirante! ¡Por lo que tengo entendido, parece haber pensado que lo estaba haciendo todo por orden de Quien-tú-sabes!

—Lord Voldemort le estaba dando instrucciones, Cornelius, —dijo Dumbledore—. Las muertes de esas personas fueron subproductos de un plan para restaurar a Voldemort con toda su fuerza.

—Y funcionó, —dijo Jules en voz alta—. Ha recuperado su cuerpo y sus mortífagos. ¡Los vi!

Fudge parecía como si alguien acabara de golpearlo en la cara con algo pesado. Aturdido y parpadeando, miró primero a Dumbledore, luego a Harry, luego a Jules y finalmente a Dumbledore nuevamente.

Harry Potter y El Centro del LaberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora