Annoying kitten › Goyuu

01 - La divinidad felina

Una luz cegadora fue lo último que alcanzó a ver en un ataque sorpresa, debió cerrar sus ojos, y su cuerpo comenzó a caer a gran velocidad.

"
La maldición no se romperá hasta que finalmente logres comprender y apreciar lo efímero de la vida humana
.
.
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"

Esas palabras fue lo último que escuchó antes de que una abrumadora oscuridad envolviera todo.

𝐋𝐀 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐍𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐍𝐀

Abrió sus ojos con pesar, su cabeza daba vueltas y sentía ganas de vomitar. Una abrumadora sensación de mareo y debilidad lo invadió, sentimientos nunca antes experimentados lograban hacerlo flaquear.

Sacudió su cabeza, para finalmente lograr enfocar la vista, si no se equivocaba, era un callejón. Lo había visto desde el palacio de las nubes, pero nunca había estado en unos.

"Esos bastardos..." Gruñó para sus adentros. Intentó ponerse de pie, pero perdió el equilibrio en cuánto sintió sus piernas que ya no tenían forma humana.

"¿Eh?" Se le ocurrió mirar su cuerpo, un pelaje blanco impecable, patas, y garras...

Momento...

Corrió rápidamente hacía un charco cercano, y casi se desmaya de la impresión.

Un gato.

¡Un gato!

¡Es un maldito gato!

Gritó con todas sus fuerzas, pero en vez de un grito salió un fuerte maullido.

El pánico lo comenzó a invadir, no, no. Esto no podía estarle pasando, ¡El es el más fuerte! ¿¡Cómo rayos es un gato!?

Volvió a intentar gritar, pero nuevamente sonó un maullido. Ya estaba totalmente en pánico, intentó usar Infinity, pero tampoco pudo. ¡Es un gato totalmente indefenso!

Comenzó a caminar en círculos y... Por alguna razón su cola se veía sospechosa, la miró con recelo, e intentó atraparla con sus garras. ¡Maldita cola que no se queda quieta!

Se dió una fuerte bofetada mental, no podía concentrarse en miniedades cómo su cola, ya habría tiempo para ello...

Comenzó a caminar por las calles, habían muchas personas y olores desagradables que casi lo hacen vomitar de nuevo, esquivó ágilmente manos que querían acariciarlo o tomarlo, dando arañazos a más de una.

Caminó bastante tiempo sin llegar a nada, ¡Maldita sea! Ya se estaba aburriendo de esquivar gente que ni siquiera lo veía.

Terminó llegando a un gran lugar, asumió que era un restaurante al ver mesas adentro llenas de gente. Intentó colarse dentro, pero la gente terminaba por alejarlo, o patearlo lejos.

Resignado, se coló hasta la parte trasera del restaurante, y se echó en una de las bolsas de basura. Esto estaba siendo demasiado estresante.

—¿Y el nuevo quién es?— sus orejas se agitaron un poco intentando buscar de dónde venía el sonido. Su mirada llegó a una de las murallas dónde pudo ver a un gato negro mirándolo con gran curiosidad.

Maulló en respuesta y se volvió a recostar.

—Que grosero— escuchó a otro gato, y por alguna razón podía entender los maullidos.

Maulló nuevamente.

—¿¡Qué dijiste de mi mamá!?— el gato negro saltó rápidamente dónde el, erizando su pelaje para parecer amenazante. —¡Habrá sido una gata callejera pero era una santa!