Los minutos parecían eternos mientras la tensión aumentaba. Inocencio, al igual que Don Ramón, se distancio del grupo inicial. Sin embargo, el maestro se encontró perdido en el intrincado laberinto del bosque, incapaz de recordar las rutas familiares de su pueblo. Cada árbol parecía una copia del anterior, y el manto de la oscuridad envolvía su camino.
—¿Dónde estoy? No recuerdo la existencia de este bosque, una década que no vuelvo— se regaño, incierto en la penumbra de sus instintos
De repente, percibió una presencia desconocida detrás suyo. Giró y se encontró cara a cara con uno de los extraños, quien empuñaba una palanca, listo para atacarlo.
—Aléjate o actuaré— declaro, a punto de protegerse
Pero en un rodeo repentino, como un rayo en la oscuridad, Ramón surgió para bloquear al atacante con una sartén. Y así salvar la vida de su amigo.
—Quedamos parche, maestro— sonrió, radiante de haber vencido a uno de los verdugos que al principio fue su pesadilla.
—Yo solo podía defenderme, no necesitaba su ayuda— se alzó con arrogancia, aunque en su interior había un conflicto por haber sido protegido, especialmente por él.
—Recuerda cuando me afirmo que sin usted yo era un desastre , ahora le cambio los roles— declaró, sin prestar atención a su actitud presuntuosa.
—¿Así?— cuestionó, intercambiando su sombrero con el de Ramón. En sus ojos se vislumbraba un destello de enfado y cansancio. Era evidente que a Inocencio no le gustaba sentirse inferior, incluso en sus propios sentimientos.
—Debo de encontrar a Gloria, no puedo dejarla sola ante estos locos— hablo, tratando de disimular el rubor que le provocaba la cercanía del maestro. Se sentía vulnerable en su presencia, por lo que cambiar de tema era su mejor escape.
—Antes, tu cercanía me generaba molestia, pero ahora, me provoca nervios— confesó para si mismo.
*
Mientras ambos hombres intentaban liberarse del bosque, la señorita Gloria y Damián trotaban con miedo y rapidez, escapando del grupo de dementes que los perseguían. Era un escenario complicado, distinto al de los demás y muy peligroso.
—Joven Damián, corra como guepardo— le remarco, al notar la distancia entre ellos y sus verdugos.
—Entremos a la cabaña de tragos, ojalá no nos encuentren— propuso, creyendo en que podrían zafarse por toda la noche.
—Buena idea, que ya me estoy cansando— señalo, entrando a la cabaña y bloqueando la puerta principal con objetos pesados.
—Todo bajo control, ya nos encontramos a ¡Salvó!— se sobresaltó Gloria, al presenciar cómo destrozaron la puerta en cuestión de segundos.
—Hasta otra vida joven— sollozo, admitiendo su destino.
—Lo mismo para usted Señorita Gloria— inclinó su cabeza, con la esperanza casi extinta, sumido en un mar de culpas.
—Déjenlos tranquilos, ineptos— en ese instante, una figura distante se plantó frente a los maniáticos con una firmeza y seguridad alta: era Florinda. Sin armas, pero con su enfado idóneo para darles su castigo.
—¡Señorita Florinda cuidado!— se exalto Damián, percibiendo el afamado "todos contra uno".
Gloria se sentía perpleja ¿Los extraños eran fuertes o su propio temor la había inmovilizado? impidiéndole reaccionar de manera inteligente. Observaba cómo Florinda los vencía con facilidad, e incluso ella misma parecía sorprenderse de lo poco formidables que resultaban.
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Le voy al necaxa 𝄁 Don Ramón - Profesor Jirafales
Фанфик"Yo conoci a alguien que se enamoro de un hombre" En un mundo, donde los estereotipos gobiernan nuestra moral, parecía que a ellos no les afectaba en lo más mínimo. Sin embargo, todo cambió el día en el que por una malinterpretación por parte de lo...