Capítulo 3: De nieve

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La tormenta en la cabeza de Tails culminó cuando, al despertar, la debilidad en sus brazos permitió que sus colas, antes apretujadas, se liberaran del abrazo involuntario brindado por el ojiazul para soportar el frío natural del taller durante las noches.

No era la primera vez que dormía en aquel lugar, pero sí la primera vez que lo hacía solo.

El calor de la mañana, junto al cielo despejado, iluminó y llenó de vida el enorme lugar en el que el zorro continuaba descansando. Miró debajo de él para conocer el porqué de la aparente comodidad, y encontró que se había rendido al sueño sobre la lona con la que Sonic, de forma recurrente, armaba una carpa y jugaba a fingir que era un lobo, mientras Prower debería huir de él para evitar ser víctima de una excesiva muestra de afecto y búsqueda de nietos.

Tails observó desde su posición en la esquina antes de erguirse con esfuerzo. El propósito de recostarse en la pared contigua lo hizo golpear su cabeza con un martillo, el cual pensó perdido luego de que Sonic secuestrara a sus herramientas.

El menor masajeó el espacio detrás de su oreja izquierda, la cual se agachó ante el roce de su guante de trabajo. El taller se encontraba en silencio y más espacioso de lo que habría pensado, por lo que tras repasar cada una de las cosas que estaban en su sitio, evocó que Tornado seguía en la playa.

Qué irresponsable.

—No es cierto, lo traeré... —Tails resopló al ver a TU próximo a su cama improvisada y levantó una mano para alejarlo—. Olvídalo.

Quién llegará primero.

—Ayer todos fueron buenos espectadores en Meh Burger, ¡y mi casa sigue destruida! Lo que más quiero es traer a Tornado y quedarme aquí por siempre.

No me molesta quedarme aquí, Sonic no podría entrar.

—Lo haría, sé cómo es él —dijo el menor apagando la voz al finalizar su oración con nostalgia—. Ya te dije que lo perdonaré, no digas nada... TU, apágate.

No funciona así.

Tails tenía hambre. Se puso de pie para abandonar su acogedor refugio y miró a los alrededores con la esperanza de descubrir cualquier bocadillo, aunque el sabor fuera tan nulo como el olor, puesto que solo se arrepentía de no haber cenado nada más que el confrontamiento con su pareja.

Si es que seguimos siendo pareja.

—Somos... Alto, hay cosas que no necesito escuchar, estaré bien más tarde. —Tails se acercó a su invento para desactivarlo, este se deslizó hasta el portón sellado. No lo persiguió, debía encontrar a Tornado para regresar con él, y ahora sí permanecer por siempre encerrado.

—¡Tails!

Apenas si puso un pie fuera del taller, fue abordado por Amy y Knuckles, quien estaba ahí por orden de la primera. El menor suspiró y se dio la vuelta para retornar al interior, pero la eriza fue más rápida y lo tomó del brazo para que no huyera de su recomendación.

A este punto, Tails no quería escuchar nada.

—¿Estás bien? —preguntó Rose sosteniendo con cuidado un ramo de flores blancas y pequeñas.

—¿Luzco mal?

—Sí.

Amy giró hacia Knuckles para advertirle con la mirada que no interviniera en la conversación, lo que le hizo dudar al equidna porque ahora no comprendía el porqué de su propia presencia.

—Sonic me dijo que te dé esto —expresó la mayor extendiendo el manojo de manzanillas.

—Gracias, Amy, pero no quiero nada de él ahora.

De oro y de nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora