Un golpe a su corazón (Fredoon)

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Título: Un tiro de gracia (Fred x Loon)
Cliché utilizado: Fred. Como él lo dice perfecto, el chico guapo y que conquista a las fangirls. TÍ-PI-CO

── Que honor robar tantas miradas ─haciendo alardes de su altanería y egocentrismo, se paseaba por los pasillos de la escuela, pavoneandose entre la multitud. Recitando en prosa frases rimbombantes y melosas, que sacaba a relucir dos reacciones diferentes en las jovencitas adolescentes: 1) Las hormonales que terminan cayendo en sus encantos y 2) aquellas quién lo miraban con desagrado y hastío.

Lo admitía. Él formaba parte de la segunda opción, y sin pretenderlo, también era como las primeras. Miró al muchacho, receloso. Jamás imagino que al final caería rendido ante los encantos de Alfredo (Fred pa' sus compas) Casanova que constantemente coqueteaba con cada chica que se le cruze en el camino. Y se sorprendió a si mismo cuando se la pasaba observandolo de más en las clases, o en el gimnasio e incluso fuera de la escuela.

Era un sentimiento más fuerte de lo que había sentido por su amiga de la infancia.

Notó como el dueño de su corazón era el blanco de miradas groseras y cansadas.

Suspiró, decaído. Lo malo de querer mucho a alguien es que todo lo que le pasa te afecta. ¿Él ya tiene idea de cómo lo miraban? ¿Se sentirá incluso peor que lo que estaba sintiendo, por mera empatía? ¿Sufre en silencio y esa faceta de Don Juan no es más que una máscara? ¿O quizá... solo está siendo él mismo, haciendo oídos sordos y de la vista gorda a todo aquel que no le agrade? Lo contemplaba alejarse, estando ajeno del mundo, y moviéndose al son de una melodía que se escuchaba de sus audífonos y que él mismo cantaba.

El corazón le martillaba desesperado.

Tanto, que le latía de una forma aterradora.

Rabioso, ido, fuera de sí, instandole a seguirlo y poner las cartas sobre la mesa.

Lo pensó por un momento. Creo... que ya pasó mucho tiempo ocultándose.

Y sin más, amarrando fuerte la correa de su mochila, con valores renovados, le fue siguiendo los pasos a ese joven de piel morena que flaqueaba sus defensas.

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Estaba jodido. ¿Y ahora qué le diría?

No quería mirar arriba. Le daba pavor su reacción ante esto, por la posición en la que se encontraban. ¿Cómo fue que terminaron así? Solo... estaba persiguiendo a Fred pero, por su corta estatura, se le escapaba. Así que de pronto echo a correr hasta parar junto a él, detenerlo y...

Lo tenía arrinconado entre la pared y su cuerpo, sus brazos sirviendo como un obstáculo a los costados. Cualquiera que los viera de esa manera se echaría a reír, pues si bien una cosa no tenía nada que ver con la otra, era bastante bajito como para lo vieran ocupar el rol de dominante.

Escucho al mayor burlarse── Hey, pequeñín. ¿Qué es lo que te propones? ─había soltado, socarrón. Se quedó mudo. Sin saber que decir── Amiguito... ¿te comieron la lengua los ratones?

Contó mentalmente. Si ya estaba aquí...

De nada le serviría echarse para atrás.

Poco a poco fue elevando su mirada.

Encarando por fin a ese rostro altivo.

── Fred... ─empezó, tenía la lengua seca y en su pecho palpitaba una mezcla entre nerviosismo y temor. Mas no dejo que esas emociones lo liderarán, ya no era el chico de antes. Exaltado por todo aquello que había ido guardando, terminó por explotar── No eres tan perfecto y espectacular como presumes ser o lo que tus fans quieren hacer ver. Fred... Solo... Eres un chico malo, un cabron que solo pensaba en sí mismo, un egocéntrico de mierda que tomaba lo que quería a la fuerza...  ─a medida que lo iba soltando todo, sentía como se iba despojando de una pesada carga. Los ojos, de un terroso amarillento, se abrieron paulatinamente por la sorpresa. Algo muy dentro de él se había quebrado──... pero ─aún un poco dolido por sus palabras, conecto su mirada contra el pequeño castaño── Te he visto desde lejos. He notado tu progreso. Eres el primero en tomar responsabilidad de las cosas que has hecho mal y a partir de ahí tu actitud se volvió cada vez mejor. Y eso es algo... que me hace sentir orgulloso porque... ─un nudo se le había atorado en su garganta, las palabras no le salían. Sentía como dos partes luchaban contra sí en su interior. Por un lado, su timidez que le impedía dar un paso adelante. Y por el otro, una de sus facetas que con tanto ahínco ocultaba, aquella personalidad que lograría abrirse más a menudo. Se mordió la lengua, y todo lo que quiso expresar salieron atropelladas── Me he enamorado de tí, y si bien nunca me he animado a hablar directamente contigo, ha sido ese cambio que has tenido poco a poco, viéndote desde la distancia... me ha atraído y robado cada suspiro. Y es que... ¿cómo no hacerlo? Tienes está fachada de completa confianza y superioridad a todos los demás, pero tanto tú cómo yo, nosotros sabemos lo frágiles que puedes llegar a ser ─sus labios temblaban. Por fin. Pudo declarar todo lo que sentía, todo aquello que le aquejaba. Y es que... sus sentimientos eran como un globo, cuánto más aire guarde dentro tarde o temprano explotaría. Una sensación de victoria saboreaba en su interior. Gustoso. Dichoso. Y, en una muda circunspección, contemplaba el perfil de Fred: manchones escarlata afloraban en sus mejillas. Sonrió enternecido, por una vez, no era un lío de nervios y sonrojos. Y, recordando el pasado, declaró en un tono bajo── ¿Sabes... ? La vida resulta ser preciosa cuando dejas de luchar por alguien que no te desea y miras hacia otro lado. Ese mismo lado tuyo que me cautivo, ese lado divertido, fraternal, leal y hasta inocente. Y es que... No te quiero como algo temporal, te quiero como algo permanente, que no te vayas, que no me vaya, que te quedes, que nos quedemos.

El destinatario de aquella confesión no lo soporto más. Golpes violentos en su corazón comenzaron a sonar. Asemejaba a las percusiones estrambóticas de Rojo cuando se hallaba inspirado. Se relamió los labios, y se agachó tan bruscamente hacia ese pequeño ser de grandes agallas.

Un beso que inicio siendo violento, con el fin de ultrajar esa boca traviesa, y luego se fue convirtiendo en uno suave, lento, de toques tortuosos y placenteros, como a una fogata que poco a poco se ha ido controlando tras su voraz deseo de incendiar todo. Se separaron, y una mirada desigual lo retó con suficiencia── Y cuéntame, ¿tu orgullo besa mejor que yo? ─el moreno no tuvo otra respuesta más que reír, y lo devoró con otros besos más.

Café. Ese pequeño castaño era como el café, cálido y reconfortante. Con una pasión por aprender y sabio más allá de su edad.

Degustó sus labios con fervor.

Empezaba a amar ese amargo sabor.

FHS: THE SHADOWSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora