Chocolate kisses (Deuz x Meg)

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No sé, pero me imaginé de pronto Deuzangle como Latrell y la Tiffany falsa en White Chicks/¿Y dónde están las rubias?

Título: besos de chocolate
Shippeos:  Deuzangle

❝ (...) Lo más destacable de la existencia del deuzangle es que haya un personaje con los huevos para decirle en la cara a meg que tiene unas actitudes de mierda pero no desde la postura hostil sino dándole a entender que no tiene que ser perfecta para que la quieran... ❞

Un sonoro beso resonó por la estancia.

Duraron así, unidos, pegados por un rato, absorbiendo el sabor de sus bocas. Hasta que al separarse, sus ojos azules la contemplaban en una devota admiración. Ella, sonrojada, lo miraba ceñuda.

Su risa masculina se hizo oír.

Congelando sus nervios, aumentando su rubor y profundizando su ceño fruncido.

Una mano de tonalidades oscuras se fue elevando hasta la altura de su rostro, agarró con suma delicadeza los mechones canos y sonrosados que ocultaban parte de su rostro, y los reposó detras de su oreja.

Admiró la cicatriz que ahora se mostraba ante él; su ojo parcialmente cegado, obsecación plateada, y líneas y figuras rosas manchando su pálida piel. Paso sus callosos dedos por la rugosas y apergaminadas heridas que le quedaron de su pasado, en un tacto suave y placentero. La albina se dejó acariciar, casi sumisa. Era débil ante ese tipo de afecto. Con la tarde siendo cada vez más oscura, y las luces de las calles empezando a colarse por la ventana de la habitación, ambos pasaron un tiempo en apreciar su cuerpo, y las inseguridades que guardaba en su piel.

Con la misma mano que acariciaba, la bajaba lentamente hasta sostener el afilado mentón de la chica. Con el pulgar, paseo por su labio inferior en un aire juguetón. Se acercó más a ella, frente con frente, sus ojos azules se clavaban en el ámbar y plata que tanto amaba, y le susurró en un cariño que le atravesó el corazón── Nunca escondas tus defectos, nunca sabes quién se puede enamorar de ellos ─el oro, con un ligero tono terroso, de su único ojo sano se abrió con sorpresa. Mirándolo con ternura.

Mas no la dejó que respondiera, porque de forma inmediata unió su boca con la suya.

Era un sencillo beso en uno solo de los labios. Un tipo de beso que sólo transmite amor. Durante este beso, los dos se besaban transmitiendo al otro una aliviante calma, seguridad y profundo amor. De ese tipo de besos que solo engendran la felicidad, disfrutando de las increíbles emociones que estos generan

Un beso que obligaba a la albina poder liberarse de la inhibición, comportarse con más espontaneidad. Dejar de limitarse, y abandonando las restricciones.

El moreno se separó de ella, y otra vez la contemplaba con admiración. Absorto en cada uno de sus detalles y sutiles gestos. Su íngrimo ojo miel le mantenía la mirada, firme. Aunque en su interior estaba nerviosa. Y es que se llegaba a sentir un poco cohibida por el hecho de que exista alguien que la viera con tanto anhelo y deseo. Se sentía querida, amada...

Unió su frente con la de ella.

Sumidos en un silencio acogedor.

Él volvió a mimarla en lentas caricias.

Estaba tocando el cielo con las manos.

Y en un tono muy dulce, excesivamente suave, pícaro, seduciendola al oído le admitió con su voz hecha susurros la opinión que guardaba para la ocasión──  Meg... eres fantástica. Eso fue lo que pensé la primera vez que te ví, cuando nos conocimos, cuando salíamos, e incluso cuando rompimos seguí pensando en lo mismo  ─su comentario le engrandecía el ego──  Una chica competente, determinada y que desea ganar con todo lo que tiene llegando incluso, a hacerlo sola si es necesario con tal de conseguir sus objetivos. También eres una persona solitaria, artística y misteriosa. Amas pasar tiempo contigo misma, aunque no te molesta la presencia de tus personas favoritas, esas que lograron romper los muros que levantaste. No confías tan fácilmente y eres muy selectiva con tus amistades. Pero... ─aunque la intromisión de la conjunción adversativa la incomodó un poco, esperando la mención de un defecto suyo. Su mirada se mantenía observándola con ternura──, hay quienes te pueden llamar antipática o frívola, cuando al conocerte no eres más que alguien con un corazón leal y protector. Supongo... que se dejan llevar por la rudeza, arrogancia y agresividad que muestras. Sin mencionar de más lo competitiva y maniática del control que sueles ser...

Ella bufó── No me tomó la competencia tan en serio. No sé de qué me hablas.

── Meg... en el campamento te llevaste a rastras a tu hermano solo porque no te gustó colaborar con el otro equipo, y su mayor crimen fue... darle respiración boca a boca y salvarlo de ser ahogado.

La albina chistó, pero no pudo enojarse por mucho pues sus caricias almibaradas la relajaban. Se sentía bastante bien.

── Está bien, lo aceptó, me importa mucho ganar y si llego a ser un poco controladora con mi equipo. Eso es todo ─concedió, a regañadientes. Sin embargo, la expresión de sus ojos le decía que estaba apenada por su forma de ser── ¿Llegué a irritarte?

Emitiendo una risa suave, la calló jugando con sus mechones entre los dedos── Claro que no, eso es parte de tu encanto ─y la besó en los labios con tantas ganas que no sabía por cuánto las había estado conteniendo. Ella le correspondió, gustosa, satisfecha y sumamente feliz. Sintiendo una calidez que irradiaba en su corazón. Con la llama de su pasión que quemaba la moral entera de un hombre y abrasa a la mujer en largos sollozos de fuego.

FHS: THE SHADOWSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora