Mirada Kang

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Cuando Haerin se levantó primero, sus piernas temblaban y en toda la extensión de su cadera también. Adhirió un puchero en sus labios, quejumbrosa, al enderezar su espalda, las sábanas escurridas en todo su cuerpo, lo cual se hizo extraño porque ella es de patalear en la noche y arrebatarse cualquier cosa que estaba en su encima por el calor. Pero entonces se le dio la idea de que Danielle haya estado atenta a cubrirla durante toda la hora nocturna.

Sonrió a duras penas y después hizo una mueca, por el constante dolor. Con un leve jadeo Haerin deladeó su rostro, chocando con el tranquilo de la alfa. Estaba adormilado, si flequillo despeinado y algunas hebras castañas sobresaliendo, sus labios de por sí rojizos también estaban entre abiertos. Los colores inundaron su rostro al recordar las tres veces que Danielle enudó en ella y la envolvió en su aroma. Su celo fue un poco fuerte y había de estar cansada por ello, tal vez la habría dejado terminar su siesta, si no hubiera sido por el incesante ardor en su cuello que ahora mismo la aturdía, obligándola llevar sus manos a su, al parecer, marca reciente.

Oh, espera.

¿Una marca? ¿Qué?

Haerin abrió sus ojos, alarmada.

─Unnie ─inmediatamente sus manos buscaron a la alfa, y al encontrarla la sacudió─. Unnie, Dani, despiértate ya.

Dios, pero ¿Cuándo pasó? Ellas solo...

─Uhm ─gruñó como única repuesta Danielle, arrebujando más su cuerpo con las sábanas─. No estoy... me fui de viaje a Australia.

La omega castaña bufó, cruzándose de brazos, ella no estaba para juegos. Claro, Danielle no era quien sostenía la dolorosa marca, y no iba a ser regañada por sus padres. Danielle no será la que deba dolerle la cadera, Danielle no hará nada más que solo dormir ¡En fin, alfas!

─A veces me caes mal ─murmuró luego de un silencio, enfurruñada─. Alfa tonta.

Danielle por alguna razón quería prestarle atención a su pequeña omega gatito, pero realmente se hallaba agotada. Había estado cuidando de Haerin toda la noche antes de preferir dormir como normalmente otros lo hacían ni bien terminan su sesión calurosa. Pero no, como siempre aquel estúpido lado que insistía en mantener a la omega cómoda o a salvo le ganaba.

─Cinco minutos ─balbucea, sus labios abultados no permitiéndole ser clara─. No, seis...

─¡Me marcaste, Unnie! ─le reprochó a Haerin a susurro, haciendo otro mohín al vislumbrar a la alfa acomodarse más la almohada en un silencio sepulcral, ignorándola.

─Hmm bueno, para la próxima te la marco más ─se giró para por fin caer en los brazos de morfeo, serena.

Sin embargo volteó su cuerpo asustada al escucharla con exactitud, despertando todo su ser en el camino.

Sotf sex DaerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora