No necesitas a nadie más

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Hola, mi gente bonita, estoy emocionada porque ya falta poco para concluir esta historia, por lo pronto, espero que disfruten este capítulo 😊

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Maestra: Por aquí, por favor- Entraron a la dirección de la escuela.

David: Bueno, ¿Y para qué me mandó llamar?

Maestra: Siéntese por favor- Con cara de pocos amigos el hombre lo hizo- Les pedí a los alumnos que dibujaran a su mamá- Deslizó una hoja por el escritorio- Era una actividad relacionada con el día de la madre y eso fue lo que me entregó Emma, ¿Hay algún problema, señor Swan? – David continuaba viendo la hoja con el nombre de su hija, era lo único que había en ella.

Más tarde, esa misma noche, Emma de 7 años dormía con una mueca triste, David se sentó a su lado, la cubrió con una manta y acarició sus mechones dorados.

David: No te preocupes por nada, Emma, mientras yo esté aquí, no necesitarás a nadie más- Besó su frente.


David: ¿Cómo me está quedando? – Preguntó a su hija de 10 años mientras le cepillaba el cabello frente al espejo.

Emma: No me gustó- Refunfuñó.

David: ¿Cómo que no te gustó? – Frunció el ceño- Ah, ya sé, fue de este lado- Quiso cepillarle unos mechones rebeldes y la niña le quitó bruscamente la mano de su cabello.

David: ¡Ey! ¿Te parece esto una buena manera de tratar a tu papá?

Emma: Yo me quiero peinar.

David: Está bien, péinate- Le dio el cepillo- Pero vas a quedar bien fea, eh- La hizo mirarse en el espejo- Y no solo eso, todos en el cumpleaños se van a burlar de ti, ¿Es lo que quieres, que se rían de ti?

Emma: ¡Ya todos se ríen de mí porque no tengo mamá! – Salió corriendo de la habitación.


David: Emma- Entró a la habitación y tomó la caja de toallas femeninas que estaba en la cama.

Emma: Papá, ¿Qué haces? – Entró la adolescente de 14 años.

David: ¿Por qué no me dijiste nada?

Emma: ¡Dame eso y sal de mi habitación! – Le arrebató la caja.

David: Está bien, está bien, tranquila- Levantó las manos- Emma, yo sé que esas cosas son muy privadas, muy íntimas, pero las puedes hablar conmigo, yo soy tu papá.

Emma: Sí, eres mi papá, no mi mamá- Se cruzo de brazos con molestia.

David: Yo sé, pero...

Emma: Es que no sabes- Negó con la cabeza.

David: Yo entiendo que a veces es...

Emma: ¡No lo entiendes! – Ladró y lo empujó a la puerta.

David: Estoy intentando...

Emma: ¡No! – Le cerró la puerta en la cara.


David: Dame el nombre de ese cabrón que te rompió el corazón- Caminaba de un lado a otro en la habitación de su hija de 17 años que estaba sentada en su cama- Yo voy a hablar con él, lo voy a hacer entender de hombre a hombre.

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