Capítulo Seis

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DAMIEN

A pesar de que la fiesta ya había empezado, mi ánimo no podía igualarse al bullicio que se extendía más allá de las puertas de mi habitación. Las ganas de escapar se intensificaban cada vez más. Antes, disfrutaba de las fiestas, pero ahora, cada celebración era un recordatorio constante de lo que alguna vez fue. Y estoy cansado de recordar el pasado. Así que, decidí permanecer encerrado en mi habitación, hasta que alguien subiera a buscarme.

El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos. Savannah me miraba sin poder creérselo. Tenía puesto un vestido rojo largo que iba a juego con sus labios del mismo color y un antifaz dorado. Su largo cabello dorado caía como cascada. Mi primera intención fue ir a besarle y decirle lo hermosa que estaba, pero su expresión me retenía.

—Damien, no puede ser que sigas echado.

—Primero, te ves muy hermosa, amor. Y segundo, ¿qué tal si escapamos a tu restaurante favorito?

Savannah negó divertida y se sentó a los pies de mi cama.

—¿Quieres hablarlo conmigo?

Suspire mientras me sentaba y quedabamos a la misma altura.

—Sabes que tu serias la primera persona a la cual recorrería para contártelo, simplemente, hoy no quiero hablar de eso.

—En ese caso, la idea de escapar me fascina, pero si tú te vas, ¿quién vigilará a Jake con el champán? Además, tus primas están abajo. ¿Quieres dejar a Adam y Leo el pase libre? Y agrégale que Leila nos rastrearía de todos modos.

—¿Por qué siempre sabes qué decir?

Savannah rió.

—Es un don.

—Soy muy afortunado de tenerte —le dije mientras le daba un suave beso en la frente y me levantaba para ponerme el saco.

—Solo es una noche, Damien. Sé que es difícil, pero tómalo como un evento más. Hoy ni siquiera es tu cumpleaños; puedes dejar pasar este día. Y en tu cumpleaños, haremos lo que tú quieras, te lo prometo. Solo dale esa felicidad a tu madre para que pueda estar tranquila.

—¿Los paparazzis y la revista ya están abajo?

—Eh...creo que sí.

—Esto no es por la felicidad de mi madre, entonces. De verdad, quiero poner de mi parte. Pero todo este show, se me hace absurdo, casi asqueroso. Todos sabemos que esto no es por mí, es por la familia. Nadie se ha dado cuenta que sigo aquí, Savannah. ¿Como pueden iniciar una fiesta sin el puto cumpleañero?

Savannah se acercó a mí y me dio un suave abrazo. Mientras recostaba su cabeza en mi hombro, me acariciaba el cabello. Ella sabía que hacer para calmarme.

—Lo siento que tengas que pasar por esto, pero ¿Es tan horrible tener que bajar e intentar pasar un buen rato con tus amigos? Creo que si cambiamos el enfoque, tal vez puedas tolerar la noche. Te prometo que yo estaré a tu lado cada segundo para darte fuerzas. Y cuando nadie se de cuenta, podremos irnos. ¿Te parece?

Savannah apoyó su frente en la mía.

—Está bien.

Lo que dijo Savannah, me había convencido lo suficiente como para estar por lo menos treinta minutos.

Le di un beso en los labios y voltee a verme en el espejo, mientras me colocaba la máscara.

—Me siento ridículo con esta máscara.

—Pero te ves encantador, me encanta tu antifaz plateado. Te ves tierno.

—¿Estás siendo sarcástica o me parece? En cambio, a ti te queda muy bien, eh. Me encanta tu antifaz dorado. Luces preciosa, muy preciosa.

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