Epílogo

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50 años habían pasado, 50 años de miseria, dolor, soledad y más dolor para el Mago.

El Mago estaba en su castillo, miraba el cuerpo bien concerbado de su amado, pues no estaba muerto solo dormido, dormido por el hechizo.

Miró a su alrededor, todo era una miseria.

¿Su bosque?

Su bosque murió, en lugar de parecer un bosque mágico y maravilloso. Ahora parecía un bosque embrujado y maldito, que de cierta forma lo era.

Miró los cientos de libros de magia que había leído, tomo uno y lo arrojó contra la pared. Estaba muerto en vida, pasaba todos los días y noches buscando el poder.

Se acercó hasta el cuerpo del Hada y acarició su fría mejilla. Su piel estaba blanca, sus labios pálidos y secos, su cabello más opaco, sus ojos tan expresivos estaban cerrados, la sonrisa no estaba.

El Mago lloró otra miserable noche más.

La luna como amiga fiel seguía con el Mago. Pero el Mago ya no amaba nada, nada.

—Mago. Debes parar — Habló la Luna.

—DEJAME DE UNA MALDITA VEZ — Gritó el Mago, la luna se ocultó entre las nubes oscureciendo más aquel bosque.

— Amor, amor mio ya dormiste mucho bebé, debes despertar y hacerme feliz de nuevo. — El Mago tomó una de las manos de KyungSoo y la besó — Debes despertar, volverme a sonreír. — No hubo respuesta alguna, solo silencio sepulcral.

El Mago preparó lo necesario para intentar el conjuro de nuevo. Ya no contaba las veces que lo había intentado. Muchas.

Mezcló lo necesario y recitó las palabras frente al cuerpo de su Hada, utilizó su magia. Pero, no funcionó, otra vez.

—Maldición, ¿por qué, por qué? — El Mago se tiró de rodillas, abrazando el cuerpo de KyungSoo.— No te preocupes amor, nadie más podrá lastimarte.

Un vago recuerdo se creó en la cabeza de JongIn.

La primera vez que él y KyungSoo hicieron el amor... KyungSoo nervioso pero atrevido, entre besos, risas, confeciones y mimos sin duda uno de los mejores recuerdos alojados en la mente del Mago.

Una lágrima de verdadero dolor calló en los labios del Hada... El Mago lloraba con toda su alma.

— Perdón amor, lo prometí pero no soporto estar sin ti. — El Mago salió de su castillo con lágrimas en sus ojos, fue en dirección al lago que tanto les guardó.

El salado liquido entró por los labios de aquel ser, corrió por sus venas hasta su corazón.

El Mago se encontraba dormido en el lago, si; dormía para opacar tanto dolor.

Unas suaves manos se pasearon por su cabello negro.

Abrió sus ojos, y su mirada se perdió en una sonrisa dulce, pero ¿esta soñando?

— JongIn amor.

— KyungSoo, eres real.

— Lo soy.

El Mago se levantó y abrazó al Hada como si no tuviera una eternidad para hacerlo.

— Eres tú...

El Mago tomó el rostro del Hada, viendo como aquellos apetecibles labios habían recuperado su color.

Ese mismo día el Hada y el Mago, hicieron el amor una vez más, con todo el amor que se tenían, que se guardaron. También deseo contenido por 50 años.

El bosque volvió a tomar su brillo, vida, y esperanza.

Lo que el conjuro necesitaba era amor expresado con dolor. El rey del mal no pensó que el Mago realmente amara hasta tal punto.

Años después.

— Jade mi papi dijo que no debías salir del bosque. — El pequeño Mago Kim advertía a su hermanita, que era una Hada.

— No salí del bosque.

— Niños —Habló una voz masculina, perteneciente al Gran Mago Kim JongIn — Papá KyungSoo se enojara conmigo y dirá que no los cuido bien.

JongIn regañó a sus pequeños gemelos, que daban más vida y alegría a aquel bosque maravilloso.

Llegaron al castillo. Los pequeños traviesos se perdieron ahí otra vez.

El Mago llegó y se sentó en su trono. — Amor nuestros Hijos son desobedientes.—Habló el Mago, KyungSoo se sentó en sus piernas y lo besó.

—¿Aún así quieres que te dé otro? — Interrogó el Hada con malicia, sabiendo lo que provocaba.

—Aún faltan 3 varoncitos, mi amor — El Mago acarició las piernas de su amado, y volvió a unir sus labios, ambos sonrieron en medio de aquel beso.

JongIn pensó que valió la pena cada cosa, porque ahora era inmensamente feliz, con el hombre que un día en medio del bosque por fin pudo amar.

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εℓ ɦα∂α ყ εℓ ɱαɠσ ||  ᴷᵃⁱˢᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora