Prólogo

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{Hace tres años}

— ¡Felicidades Papá! —gritamos al unísono

— Felicidades, amor —dijo mamá dándole un beso en la mejilla—. Como hoy es un día especial... ¿Qué les parece si vamos por pizzas y una película?

— ¡Sii! —grita mi hermana emocionada, ya que la pizza es su mayor obsesión al igual que la de papá

— ¡Vamos por pizzas! —exclama papá, enganchando sus brazos en nuestros cuellos

— Amor, van a caerse... Por Dios, son como niños pequeños —regaña mamá, que está a punto de golpearnos—. Suban al carro niñas...

Obedientes, mi hermana y yo subimos de inmediato mientras cantamos la canción que los cerditos les cantan a su hermano mayor, ella al escuchar, nos fulmina con la mirada haciéndonos callar inmediatamente

Ya en el auto en camino a la pizzería, papá sube el volumen de la radio y en la emisora suena una canción algo movediza y por lo que logro escuchar el japonesa—reconozco el idioma ya que mi madre lo habla con fluidez—, unos segundos después de escuchar la letra, mi madre empieza a tararear los coros con entusiasmo, al percatarse de que nosotros solo la miramos confundidos, dice:

— Esta será nuestra canción... —afirma con una enorme sonrisa—. Cada vez que estemos en el auto, en casa, en dónde sea y estemos tristes o nos extrañamos, pondremos esta canción. Es una orden —sentenció,
mientras buscaba la canción en su celular

— Amor, nosotros no sabes japonés —aclaro mi padre quien conducía—.  ¿Cómo se supone que la cantemos?

— Pues aprenden el idioma y listo. Ya saben inglés. A la larga es un beneficio... ya me lo agradecerán

Nos miramos entre nosotros dudosos para luego desatar una cadena de carcajadas. Y ya sin saber de qué reíamos mamá se nos unió y esperamos a llorar de la risa, sin embargo, en un momento, papá volteó para vernos y al regresar la mirada al frente un camión de carga venía descontrolado en nuestra dirección

— ¡Marlon, Cuidado!

El grito de desesperación de mi madre fue lo último que escuche antes de recibir aquel impacto que me dejó inconsciente. En una inmensa oscuridad que solo me provocaba terror; no sabía que pasaba, pero lo que sí tenía presente es que algo andaba mal, podía sentirlo

{...}

Al abrir los ojos, una luz blanca me cegó enseguida, parpadee unas cuantas veces hasta acostumbrarme a la luz, al intentar girar mi cabeza un dolor punzante me dejó inmóvil, evitando que pueda ver a mi alrededor, cuando escuché una puerta abrirse y la voz de mi hermana tras aquel sonido, me tranquilizó de sobre manera

— Liah... ¿E-estas bien? ¿Te duele algo? —pregunto acariciando mi rostro—.  ¡Doctor! No te preocupes, el doctor ya viene

— Y-yo... —el dolor que me causó el intentar hablar raspó mi garganta

— No hables, espera que venga el doctor —pidió mi hermana

— ¿Ma-mamá y... Papá? —pregunte esforzándome por no toser—. ¿Dónde... est-estan?

— Maliah... no es momento de

— ¡Dime! —grite, pero eso provocó mi tos nuevamente—. Agua..., por favor

Ella enseguida se puso de pie y sirvió un vaso con agua, presionó algún botón al costado de la cama y está se levantó, sentí un dolor agudo en mi espalda, pero soportable

— Ten, tómala despacio... —al tomarme hasta la última gota del agua, volví mi mirada a ella—. Liah...

— Dilo... —exigí tomando su mano

— Papá está bien... está dormido por la anestesia, pero ya hablé con él... —hizo una pausa, pero pude notar como sus ojos se cristalizaron y tragaba con dificultad

— ¿Maya...? —pronuncié ansiosa por el sentimiento abrumador que inundó el cuarto—.  Maya, ¿dónde está mamá?

Ella, aún sin responderme, se tragó un sollozo mientras sorbía por la nariz cuando por fin habló...

— Mientras estaba en el quirófano... las cosas se complicaron. Un pedazo de metal que se desprendía del carro perforó su pecho y tocó una parte del corazón... —soltó de un solo tirón dejándome congelada—, intentaron arreglar la situación con no sé qué cosa, para que el corazón no sufriera más daño, pero no respondió bien y... Murió mientras dormía en plena cirugía

El tiempo entonces se detiene, todo queda en silencio y sus últimas palabras esparcidas en el aire, como si el viento las susurrara apenas

— No..., no, ella está bien. E-ella entrará por esa puerta y me dirá que no me preocupe y te regañara por hacer e-este tipo de bromas... —tome una bocanada de aire por el sentimiento de ahogo que estaba sintiendo—  ¡No! ¡Ella está bien!

— Maliah, cálmate... por favor —pido entre llanto

— ¡No voy a calmarme! Quiero ver a mi madre, ¡¿Dónde está mamá?! —ella solo negó—  ma-mamá... ¡Mamá! ¡Quiero ver a mi mamá! ¡Llévame con ella quiero verla!

— ¡Liah, cálmate! —me apretó entre sus brazos mientras mis lágrimas seguían saliendo, simplemente no tenía control de mi—. Ella no está aquí. Se fue a un lugar mejor...

— Llévame con ella. Me abrazara y besara mi frente... nos dirá q-que nos ama, por qué somos s-su razón de... de vivir... —sentí mi corazón romperse en mil pedazos, mi cuerpo no respondía y mi cabeza estaba a punto de estallar

— Shh... tranquila. Todo estará bien hermanita, todo estará bien... aquí estoy —su voz era suave y calmada, sus manos se deslizaban por mi cabello mientras el llanto era incesante, y aunque podía notar que ella estaba igual o peor que yo, no era consciente de ello—. Estaremos bien, ella querrá que estemos bien...

En ese momento dejé de escucharla y todo se volvió oscuro. Mi respiración entrecortada, mi cuerpo sudoroso, mis ojos ardían, mi pecho se sentía estrechó y era imposible mantenerme consciente, cuando caí en cuenta de que estaba dormida y los recuerdos de mi madre pasaban como un caleidoscopio por mi cabeza

~Las amo mucho mis niñas...

~¡Son unas traviesas!

~Estoy muy orgullosa de ti Maliah...

~¡Niñas no dejen la comida!

~Maliah, dile a tu papá que venga a comer...

~No van a salir, es muy tarde...

~Vamos a ver una película...

—Te amo, mamá... —dije mientras la abraza—. No quiero que te vayas

— Ya es hora de que las dejé solas. Dile a tu padre que no olvide ordenar su escritorio y a tu hermana que no se duerma tarde escuchando música... y tú mi pequeña, no dejes que nadie te diga cómo tienes que ser... Los amo mucho... adiós mi amor

Mientras caiga la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora