Capítulo 02: Nuestra canción

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—No vayas a hacer trampa —exijo con un puchero en dirección a mi padre—, esta vez no dejare que hagas trampa

—Las otras veces no hice trampa —se defendió—. Que seas una mala perdedora no es mi culpa. Bien, vamos

—¡Piedra, papel o tijera! —y efectivamente, estaba vez tengo suerte y llevo las de ganar, hago una pequeña danza de la victoria mientras subimos al auto—. No te preocupes viejo, esas dos canciones las vas a gozar

—Más vale que sí, un viaje en auto no es entretenido sin música —afirma mientras arranca—, espero que sepas lo que haces, de esa canción depende el inicio y el fin de la carretera

—Déjamelo a mi

Cuando viajamos por largas horas en carretera, acostumbramos a jugar un piedra, papel y tijera, para que uno de nosotros coloque la primera canción del viaje, esa misma será la que pondremos cuando salgamos de la carretera. Una tradición tonta, pero algo cursi, esta vez es mi turno de escogerla y se exactamente que poner para despertar el buen ánimo que bastante falta nos hace. Después de unos segundos buscando la canción, por fin la encuentro

—Bien... la pondré en: tres... dos... uno —la melodía de la canción empieza a sonar y la expresión del hombre junto a mi es la representación de un padre orgulloso de su hija—. ¿Qué tal, he?

—Oh my God —dice provocándome una carcajada

—Si te soy sincera, sonaste como un mismo yeyesito

—Estoy impresionado, la verdad nunca pensé que te acordaras de esa canción... buena elección morenita

—Lo sé. Gracias. Soy una experta en estas cosas

La parte superior de mi cuerpo empieza a moverse al ritmo de la canción que mamá escogió para estos viajes, sus gustos musicales eran muy variados, por esa razón ella escuchaba de todo. El día que a papá lo ascendieron en la radio empezó a sonar una canción japonesa con un ritmo pegajoso, cuando la escucho, declaró que esa sería la canción para el inicio y el fin de cada uno de nuestros viajes, no importaba si estuviéramos solos o acompañados, tampoco nuestro estado de ánimo, simplemente, esa sería la canción de la carretera; así como para cualquier momento del día. Esa era y será nuestra canción. Desde que ella se fue, no volvimos a escucharla más, hasta que fuimos a terapia y la psicóloga me dijo que por medio de esa canción podía conectarme con mi madre, desde entonces la escucho cuando la extraño, y mi animo cambia, la siento cerca, su calor, su voz cantando a todo lo que da y quiero que mi padre sienta lo mismo... y al parecer logre mi cometido

—¡Papá, papá! —chille emocionada, ya que la mejor parte de la canción estaba por llegar

¡Stay with me...! —empezamos a cantar los dos al unísono— Mayonakanodoa o tataki kokoro ni ana ga aita ano kisetsu ga ima-me no zen ¡Stay with me...! Sabishi-sa magirawashite oita rekōdo no hari onaji merodi kurikaeshite ita... ¡Stay with me...! Mayonakanodoa o tataki kaeranaide to naita ano kisetsu ga ima-me no zen ¡Stay with me...! Kuchiguse o iinagara futari no shunkan o daite mada wasurezu atatame teta

Seguimos cantando a todo pulmón. Mi mente retrocede en el tiempo recordando cuando mamá nos obligó a aprender japones solo para entender la canción y cantarla sin ningún error, de cierta manera nos ayudó aprender otro idioma, gracias a eso mi hermana ha hecho proyectos en Japón, eso le ha traído beneficios a lo largo de su carrera y, por mi parte gane un concurso en el colegio por mi excelente manejo en el idioma y un pase a la universidad de Canadá

—Pensé que no recordarías la letra, pero me alegra que todavía puedas cantarla como siempre —confesé gustosa—. ¿Cuánto falta?

—Acabamos de entrar a la carretera, yo diría que unas cinco horas... puedes dormirte si quieres —propone con una sonrisa y la vista en el camino

Mientras caiga la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora