Capitulo 04: Le gustan los nombres con A

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—¿Me vas a decir que tienes, si o no? —cuestionó mi padre, quien desde que me senté en el comedor solo me ha preguntado lo mismo—. Has estado así desde que regresaste de ver a tu abuelo...

—No es nada por lo que tengas que preocuparte —respondí intentando cerrar el tema—. ¿Podemos terminar de comer? Estoy cansada y algo estresada

—Nunca te he puesto una mano encima, no empezaré ahora, pero nunca voy a dejar que me mientas en la cara. En este momento me vas a decir que es lo que te pasa — exigió firme dándome a entender que esto iba enserio—. No lo repetiré, Dayana

Dayana es mi segundo nombre, también era el nombre de mi abuela paterna. Mamá lo usaba cuando me corregía o me pasaba de lista con ella o papá. Cómo pueden ver, mi progenitor tomó la misma costumbre que no me agrada para nada

—¿Es necesario que me llames así?

—Dayana... —pronunció dándome a entender que estaba perdiendo la paciencia

—¡Bien, bien! —hice una pausa para suspirar—, pero lo voy a resumir. Cuando venía de regreso, me encontré con una niña que estaba por cruzar la calle sola, la ayude a cruzar y también la acompañe a su casa, ya que me preocupe porque le podría pasar algo, ya en su casa su hermano mayor, quiero pensar, fue quien la recibió, la cuestión es que, aquel ahuevado es un mal agradecido y me hizo enojar, grite cosas que no debía, pero en todo caso fue su culpa por ser un irresponsable que no cuida a su hermana —concluí mi relato con un gesto de molestia

—¿Cuántos años tenía la nena?

—Tiene, papá... no está muerta ni nada. Seis, tiene seis —corregí para luego decirle lo que quería

—Tiene la edad de Melony...

—Así es, además ¡¿A qué ser sin neuronas se le ocurre dejar que una niña de seis vaya sola a su casa?! —exprese furiosa al recordar la situación

—Entiendo tu disgusto, pero no es motivo para que estés de mal humor toda la noche, sabes que eres sensible ante estás situaciones y en vez de calmarte, solo te alteras más... Mejor terminemos de comer y luego terminamos el libro, ¿Te parece bien?

—Bien... gracias por escuchar mis quejas sin juzgarme, te quiero mucha papá

—No tienes que agradecer, morenita

Dejando el tema ahí, seguimos comiendo y poniéndonos de acuerdo con la decoración de la casa y cuando vayamos a comprar los muebles, electrodomésticos, pintura y otras cosas necesarias para nuestra comodidad en el lugar. Terminamos de comer y fuimos directo al patio donde ya se podía sentir el frío de la noche, así que sacamos varias cobijas que trajimos en la mudanza, hinchamos un colchón y nos acurrucamos mientras papá leía.

Este momento me recordó a cuando vivíamos en Panamá, nos íbamos de campamento y mamá nos leía libros de Jane Austen, hasta que nos dormíamos porque le teníamos miedo a las sombras que se formaban entre los árboles. Ella siempre tuvo un carácter fuerte, sin embargo, fue la mujer más cariñosa que he conocido desde que tengo uso de razón, su paciencia era enorme y era extraño que gritara, cuando estaba molesta su expresión era gélida, como un témpano de hielo, pero eso no quita a qué se preocupara y velara por nosotros de igual manera, por esa razón siempre será mi modelo a seguir, ya que para ella no importaba cómo se sentía, siempre estaba presente.

Deje de escuchar la voz de mi papá y caigo en cuenta de que terminó de leer, intentó abrir los ojos, pero el sueño es más fuerte, dejándome completamente inmóvil. Cuando vuelo a reaccionar, mi padre me está cubriendo con una colcha mientras deposita un paternal beso en mi frente

Mientras caiga la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora