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Golpeó aquella rema de papeles contra su escritorio, había terminado de ordenarlos tras leer cada página con sumo cuidado, y ahora podría salir de su despacho para al fin descansar.

Aunque Adora tenía asistentes, como Bow, Perfuma o incluso la ayuda de su hermana menor Glimmer, era una persona orgullosa, que no quería ser un estorbo para nadie, por lo que prefería terminar siempre sus asuntos con la mínima ayuda posible, por no decir sola.

Mientras caminaba por los pasillos, los guardias del castillo hacían reverencias a su paso, ella se mantenía firme, como la princesa más orgullosa de Etheria, y aquella que no daba su brazo a torcer por nada del mundo.

La reputación que tenía la precedía, era una Omega hermosa, deseada, admirada y temida, pero a pesar de su dura personalidad, también tenía un carácter amable hacia sus súbditos y bondad en su corazón.

- Princesa - Su recorrido es interrumpido por una voz a sus espaldas, suspira ante la distracción de su trabajo y se gira para mirarlo - Lamento mucho el molestarla, pero tiene una audiencia con las princesas de Etheria esta tarde, quería recordárselo - Habló el hombre, con un casco de la guardia en su cabeza, cubriendo la mitad de su rostro y portando el uniforme.

- Si lo recuerdo, estaré ahí a la hora pautada - Se giró nuevamente, sin esperar una respuesta, y siguió su camino.

El hombre a sus espaldas no pudo evitar levantar un poco su casco, olfateando detenidamente el aroma que dejaba la rubia a su paso.

Para nadie era un secreto el que Adora era la princesa más cotizada de Etheria, aún con su personalidad, muchos querían tener la oportunidad de doblegar a la inquebrantable Omega, demostrar que al igual que el resto, ella tenía debilidades, por ello nunca faltaban las constantes propuestas de matrimonio, incluso algunas de las princesas Alfas , como Frosta y Scorpia, querían tener ese privilegio, pero no era algo que ella dejaría que sucediera.

Después de todo, no tenía tiempo para juegos de romance adolescente, tenía trabajo que hacer, y mucho por organizar.

Sin embargo había un problema, al superar la mayoría de edad, las princesas se veían obligadas a aceptar el cortejo de uno de sus tantos pretendientes, después de todo, en una sociedad donde los Omegas son considerados débiles e inútiles para otra cosa que no sea concebir, el estar sin un Alfa que respalde sus proyectos se volvería molesto, por lo que incluso ella, que se veía en la capacidad de hacer y respaldarse a si misma, tuvo que aceptar el cortejo de alguien.

Claro, que esa persona fué escogida por ella.

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Esa tarde, la rubia se vistió para la reunión, con un suave vestido azul celeste, de hombros descubiertos y un lindo escote en su espalda, que hacía juego con sus ojos, unas hermosas zapatillas blancas con pequeños listones azules, dejó caer su cabello rubio hasta su espalda, cubriendo con este una marca reciente en su nuca, ocultó su aroma con un ligero perfume, no le gustaba maquillarse, pues creía que era una apariencia falsa ante las personas que la veían, pero cubrió sus labios con un brillo labial de sabor a moras azules.

Cuando estuvo lista, fué recogida en su habitación por los guardias que la escoltarán hasta la sala de reuniones.

Una vez cada mes, las princesas de Etheria se tomaban el tiempo de convivir e interactuar entre ellas, como aliadas, esto era algo que les favorecía en su imagen diplomática, y aseguraba la ayuda de las demás princesas en cualquier situación complicada, las reuniones se llevaban a cabo en Luna brillante, en el castillo de La Reina Angela y el Rey Micah, quienes le permitían a su hija mayor ser la voz y anfitriona principal del evento, mientras ellos se encargaban de gobernar las tierras.

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