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La rubia guío a la pelinegra hasta su habitación, los guardias reales ubicados en los pasillos parecían confundidos, pero esta les dejó en claro que ella estaba bien, y que no había necesidad de meterse.

Dejó pasar a la Alfa para luego cerrar con seguro la puerta de su habitación.

– Te dije que quería hablarte, pero no que me trajeras a tu despacho – Comentó Catra, sentándose en la cama de Adora y tomando la camiseta que le había dejado, olfateandola – Ahora huele a ti.

– Este es el lugar más seguro para platicar – Respondió, quitándose los tacones para caminar más cómoda – Y si, hace ya una semana que perdió tu aroma.

No sé dió cuenta de la decepción detrás de sus palabras, cosa que pareció divertir a la Alfa.

– Después de mi pequeño espectáculo no deberías tener problemas con tus...pretendientes – Dijo entre dientes, tirándose hacia atrás para descansar en la cama – Pero lo más importante, este lugar es muy cómodo, princesa Adora.

– No esperaba que vinieras – Dijo, mirando al suelo y jugando con sus dedos.

– Yo tampoco, pero supongo que tener una Omega también tiene sus desventajas – se levantó de mala gana, acercándose a Adora y llevando su mano hasta la mejilla de la rubia, para acariciarla lentamente – El llorón de mi lobo quería verte.

Esas fueron palabras inesperadas, que consiguieron un leve rubor en las mejillas de la Omega.

– No ha parado de insistir en venir desde hace una semana, tuve que terminar de resolver algunos asuntos a contratiempo – Hablaba mientras su mano bajaba lentamente por la mejilla de Adora, hasta su mentón y luego su cuello – Escuché de mis hombres qué se debe a que no me he adaptado a tu aroma, y mi lobo está inquieto.

– Yo... Comencé a sentirme mejor desde que tengo tu camiseta – Consiguió decir, no sabía muy bien de dónde venía esta sinceridad con respecto a sus necesidades cuando hablaba con Catra, pero creía que debía decirle a la Alfa exactamente como se sentía – Desde que tú aroma se perdió, Mi lobo también ha estado muy inquieto.

– Eso supuse – La Alfa la atrajo hasta sus brazos, rodeando su cintura llevando su nariz hasta el hombro de Adora, respirando profundo, Adora se sentía pequeña en ese momento, todo el cuerpo de Catra la cubría perfectamente, y era tan cómodo, que terminó por relajarse también, acercando su nariz al cuello de la Alfa para respirar su escencia.

Que dicha, Pino y menta, un aroma tan distintivo, natural y agradable, se sujetó de la chaqueta de Catra y pegó más su cuerpo, necesitaba más, nunca era suficiente, percibirlo directamente desde la fuente era 100 veces mejor que oler una camiseta, llevó sus manos hasta la espalda baja de la Alfa, estas se metieron debajo de su chaqueta y comenzó a subir lentamente, reafirmando la cercanía de sus cuerpos, sintió el vibrar de su cuello cuando lo acariciaba gentilmente con su nariz y un pequeño sonido, un suave gruñido, que le pareció incluso tierno, la hizo disfrutar más ese momento, sonriendo mientras permitía a la pelinegra pasar de sus hombros hasta su cuello, su cuerpo temblaba cada que la Alfa dejaba un beso sobre su piel, se le escapaban leves suspiros sin ser capaz de controlarlos.

Repentinamente su felicidad se vió terminada cuando Catra se alejó, de la nada sintió la habitación más fría, mirando confundida a la Alfa que se alejaba en dirección a la ventana.

– Creo que eso debería bastar para ambas, tu madre se acerca, así que me iré – Saltó por la ventana, sin esperar las palabras de Adora.

La Omega llevó una mano a su pecho, notando cómo sus latidos volvían a retomar su velocidad usual, podía confirmar como la paz en los brazos de Catra era tanta, que incluso latía más lento.

Cadenas 🖤 Catradora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora