CAPITULO 1

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«Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único».

✍️Agatha Christie

Vivir en una casa de campo no es malo, lo verdaderamente malo es  cuando te alejas de tus amigos, la escuela y ciertas cosas a las que estás acostumbrada, la calle más cercana estaba a 1 kilómetro de distancia, el diminuto pueblo donde mi madre y yo decidimos mudarnos está lleno de árboles y antiguas casas, la última véz que estuve aquí podría decir que no tenía aún memoria.

A mis 4 años, mis padres se mudaron a la ciudad de An'skil, todo este tiempo la casa de campo que el abuelo le había heredado a mi padre estuvo cerrada.

Mi madre empezó a trabajar en una empresa de marketing vendiendo cosméticos la cual estaba en quiebra, causando que nuestra economía bajara, esto conllevó a no poder pagar el alquiler.

Buscar una solución nos obligó a volver a la gran casa ubicada en lo que llamaría el fin del mundo, el viaje nos tomó casi una hora ya que el pueblo al que nos dirigíamos estaba en las afueras de An'skil.

Había pensado venir un par de vacaciones con mamá aquí, pero su trabajo no le daba tiempo para nada, aveces necesitaba alejarme un poco del bullicio de los autos y de las personas. Pero nunca estuvo en mis planes vivir en un lugar así.

Al llegar, un pueblito solitario nos recibió, mamá estacionó en un garage pegado a una gran casa de dos pisos

—Ada llegamos.

—Vale.— Baje del auto mirando hacia arriba, un balcón que salía de una de las habitaciones rodeado de flores llamó mi atención.

—¿Te gusta? — asentí —Es tu habitación—mamá esbozó una sonrisa.

—Genial— tendría un balcón al menos, ya la casa tenía un punto a su favor de mi parte.

El polvo nos invadió en cuanto entramos, un salón lleno de antigüedades en frente clamaba por limpieza.

—Cariño todo va a estar bien, ya te vas a acostumbrar— ella me aseguró  dando un beso en mi frente.

Nos pasamos dos semanas limpiando, organizando y reparando lo necesario para que la inmensa casa estuviera habitable, muchas cosas de ella estaban deterioradas y necesitaban tiempo.

A la derecha del Salón había un amplio comedor, un pasillo entre los dos salones dejaba ver unas anchas escaleras de roble torneadas al fondo que de seguro llevaba al piso de arriba, donde parecían estar las habitaciones, pasando frente a la entrada que daba a la cocina, Subí deprisa, un piso de madera se extendía a mi izquierda donde habían puertas a ambos lados.

La última puerta a la derecha estaba abierta, entré y leves recuerdos de cuando andaba corriendo por todos lados invadieron mi mente. Nada se parecía a como recordaba, cada centímetro estaba lleno de polvo, y telaraña, las paredes tenían la pintura desgastada, hojas de los árboles cercanos a la puerta del balcón habían entrado esparciendose por todo el piso, miré a mi alrededor todo lo que me esperaba limpiar deteniendome en una vieja caja.

No me había llevado mucho tiempo limpiar, cansada había tomado un baño, y sentada en mi escritorio miraba con satisfacción el resultado de mi trabajo, no parecía una habitación de adolescente, el color grisáceo que le había dado a las paredes lo indicaba y me encantaba, pero nada me gustaba tanto como estar cerca de mis amigos, ahora era uno de esos momentos en los que los extrañaba. Pensé en mi mejor amigo, desde que llegué estábamos incomunicados me había divertido y llorado junto a él antes de venir. El y su hermana habían hecho una mini despedida donde estuvimos despiertos toda la noche haciendo planes para volvernos a ver.

A tu lado, idiota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora