CAPITULO 6

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Nadie puede decirte cuándo te tiene que dejar de doler. Deja que duela tanto como la importancia que tuvo para ti. Es un proceso, tómate tu tiempo para volver a sonreír

Alejandro Ordóñez

Nada pasa como pensamos sin embargo muchas veces nos preparamos para lo que puede pasar, si la vida te da limones pues has limonada, pero si te tira rosas ya tú decides si quieres conservarlas ya sea en un jarrón o esperando a que se seque para guardarla dentro de algún libro, esto fue un consejo de parte de Nell, ella siempre tan atenta, desde que llegué a sus vidas sentí que volvía a nacer, sentí que volvía a tener una familia, una mejor vida a la que ya me había acostumbrado, sin ánimos de nada decidí marcharme a los 9 años de mi hogar y de todo lo que conocía, me vi en la calle, tirado en una esquina sin tener algo que comer, esperando solo a que dejara de llover para que el sol me secara y así poder continuar mi camino, las personas me miraban extrañados cuando pasaba por su lado, solo me acompañaba mi cachorro que era lo único que tenía en aquel momento de soledad, hasta que al no poderle dar alimentos empezó a alejarse comiendo de las migajas que unas niñas le dejaban, un día me acerque buscando a mi perro pero solo vi su cuerpo muerto en el suelo, el dolor que sentí fue desgarrador, lo único que tenía, el único que me había amado tal como era, la rabia era evidente el lo había matado ese hombre me había quitado todo lo que tenía y ahora salía de su casa con una sonrisa en su rostro que se esfumó al verme, me miraba con asco y desprecio pero eso no me importaba yo solo quería a mi cachorro de vuelta, el odio en mi mirada se intensificó fui hacia el hombre frente a mí y empecé a golpearlo

—¡Porque lo hiciste, porque!—golpeaba su pecho,  pero su fuerza era mayor a la mía por lo que agarrándome me impidió seguir

Una mujer muy bella sale de la casa preocupada ante lo que estaba pasando, pude notar... lástima? Sí en su mirada había lástima por mi.

—No ha sido el ¿vale?, Lo encontramos así—ella me abrazó intentando calmarme hasta que lo logro, al sentir sus brazos cálidos mi cuerpo reaccionó ante la cercanía de un afecto el cual no había tenido hacía tiempo, me di cuenta que ella no era la mujer pelinegra que otras veces había salido de esta casa de la mano del hombre que estaba ahora mirándome

—No estés triste tendrás un cachorro que te va a amar así como este... ¿Me puedes decir que ha pasado para que andes solo por las calles, dónde están tus padres que ha pasado con ellos?

No quería hablar me limité a hacerlo, no quería hablar con una extraña no dejaba de pensar en mí perro y tampoco me apetecía mencionar a esas personas...como se atreve a decir que andaba solo, lo tenía a el a mí perro, y ahora no estaba

—Entiendo que no has pasado por un buen momento, se lo que se siente que tú mejor amigo muera y que no quieras hablar de lo ocurrido por eso te pido que desde hoy dejes que yó te cuide, mirame—sostiene mis manos con delicadeza su piel era tan blanca y suave— Quiero cuidarte y darte un futuro, quiero que tengas una vida normal como cualquier otro niño de tu edad y sobretodo una familia, y créeme que si aceptas vivir aquí no te hará falta nada y tendrás mucho cariño de mi parte.

Las palabras de la bella mujer me dejaron pensando... la palabra familia, hogar, una vida normal llenaron de emociones mi cabeza, seguí callado sin saber que responder, no la conocía y ella me estaba brindando todo lo que había deseado en esas noches oscuras, el hombre la miraba asombrado, lo mire y el se acercó brindandome su mano, mire la mano extendida del hombre a mi lado y seguido la de la bella mujer frente a mi, tomé sus manos y entramos a la casa, acepté quedarme y empecé una nueva vida, la cual hoy tengo gracias a ellos

A tu lado, idiota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora