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La rutina empezó a asentarse a partir de la segunda semana, Chaeyoung había comenzado a entender la personalidad de Mina y eso le permitía conversar con ella durante un largo rato sin recibir a cambio malas contestaciones o miradas. Por su parte, Mina seguía tratando de evitar entrar en temas delicados, pues comprendía que era temprano para intentar que esa chiquilla se buscase la vida por sí misma. En el fondo, deseaba verla marcharse de ahí con un futuro certero y una idea clara de lo que haría, como otras se habían marchado antes de la misma manera. A veces le recordaba a esas personas que acogen un animal pero deben dejarlo ir cuando es adoptado, duele un poco pero sabes que su vida será mejor de ese modo.
Fuera como fuese, ambas lograron entenderse al una a la otra pronto. Funcionaban a la perfección ya fuese con horarios o simplemente con cualquier pequeña cosa. Chaeyoung siempre cedía, no era una persona a la que parecieran importarle demasiado esas absurdeces que en ocasiones lograban causar discusiones si se trataba de otra persona. De esa forma, para Mina era mucho más fácil dejar a la muchacha decidir, le gustaba que esta tuviese una dosis de felicidad novedosa a diario. Un álbum de música de una artista que nunca había escuchado, una película que nunca había visto o un libro que sus padres hubiesen prohibido. Era simple hacerla feliz y ver su sonrisa animaba a su corazón a latir con fuerza hasta casi precipitarse.
Chaeyoung no sabía casi nada acerca del mundo en el que vivía, era una persona sin maldad, inocente y preocupantemente influenciable.
— Chaeyoung, ve a servir esto en la mesa de la entrada.
Trabajar en el bar por las tardes e incluso algunas noches, era algo que lejos de molestarle despertaba su buen humor. A Chaeyoung le gustaba absolutamente todo de aquel local que Mina llevaba. Ya fuese la música, la decoración o la gente, a veces se cruzaban en su camino hombres estúpidos, con malas intenciones, pero se sentía segura cuando Mina llegaba dispuesta a solucionar sus problemas. Lo malo de eso era que se estaba acostumbrando de nuevo a la protección en lugar de aprender a vivir; ahora que tenía esa oportunidad que sus padres jamás antes le habían dado, se sentía como si la estuviese desperdiciando.
Era un sábado por la noche en el que ambas se encontraban recogiendo las mesas y sillas del local cuando un estruendo se escuchó en la calle, se miraron una a la otra. Estaba amaneciendo, por lo que una pelea entre borrachos a esa hora era casi improbable, al menos en esa calle. Todos los sitios habían cerrado y la gente se había movido hacia otros bares con el objetivo de seguir divirtiéndose.
— ¿Qué ocurre? — inevitablemente Chaeyoung miró a Mina buscando en esta la seguridad necesaria para enfrentarse a lo que quiera que estuviese sucediendo.
Mina se encogió de hombros y observó la calle a través de una de las ventanas.
— Hay... Una mujer y un hombre golpeando la puerta del local — dijo frunciendo el ceño. Ver a personas cincuentonas en su bar no era del todo nuevo pero lo que sí suponía una novedad era que estas llegasen con violencia.
— Llamaré a la policía.
— Intentaré hablar con ellos antes, puede que solo estén buscando algo que se han dejado o... No lo sé, trataré de calmarlos para que se vayan por sí mismos.
— Si no funciona llamaré — Chaeyoung se cruzó de brazos. Estaba segura de que personas así no podían traer buenas intenciones y le preocupaba que Mina prefiriese hablar en lugar de llamar a las autoridades — Si se ponen violentas, vuelve al interior y cierra la puerta.
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❝ Moonchild ❞ || MiChaeng (Adaptación)
Fanfiction❝ Chaeyoung y Mina son distintas en gran cantidad de aspectos, pero pronto aprenderán que se amoldan y conectan mucho mejor de lo que ambas creyeron. La chica que pasaba las noches buscándose a sí misma en la luna conoció en las calles a la chica qu...