𓏲 Cap 10: Lluvia

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A pesar de las sonrisas, Chaeyoung seguía combatiendo con sus demonios cada día. El miedo al infierno hacía que su cuerpo se sintiera febril durante la noche, y las palabras de sus padres a veces regresaban a su mente cuando se encontraba disfrutando de cosas mundanas que ellas solían considerar como tentaciones del diablo. A medida que sus sentimientos y sexualidad se aclaraban, su miedo crecía más y más.

Tras cada una de sus afirmaciones seguras, había un rastro de recuerdos de aquellas líneas bíblicas que sus padres leían. Por cada momento de placer a solas, llegaba la sensación de culpabilidad que la obligaba a castigarse a sí misma con una gran cantidad de insultos silenciosos. Lo cierto es que, por mucho que intentaba ser feliz, siempre había algo que se lo impedía.

— ¿Sucede algo? — Mina se apoyó en la barra del bar, llevaba esa camiseta de manga corta negra que siempre usaba en el trabajo y esos pendientes levemente largos que por algún motivo hacían su rostro mucho más bonito.

Chaeyoung había logrado días atrás que Mina la llevara a realizarse uno de esos piercings; sin embargo, horas después se había sentido mal al respecto tras salir de la ducha y mirarse al espejo. Quería a sus padres, los echaba de menos y le aterraba la idea de que sus cambios impidiesen de forma definitiva que estos volviesen a quererla cerca.

También le asustaba esa especie de necesidad erótica que comenzaba a sentir hacia Mina; siempre había notado atracción hacia esta, pero ahora solo pensaba en cómo sería poder sentir las manos de Mina sobre todo su cuerpo, haciendo exactamente lo que quisieran con el objetivo de proporcionarle placer. Soñar despierta con esa muchacha se había convertido más en una rutina y costumbre que en una fantasía.

— Sólo... Mis padres se me pasan por la cabeza de vez en cuando. Tengo miedo de que ser yo misma les haga dejarme a un lado.

Mina sonrió levemente, sintiéndose conectada a Chaeyoung en ese aspecto. Sus padres la habían dejado completamente sola en el instante en que decidió salir al mundo para mostrarse sincera a sí misma. No era fácil para unos padres como los suyos entender que su hija era bisexual, y de hecho tampoco llegaron a intentarlo. Cuando Mina pensaba en ello, todavía se le formaba un nudo doloroso en la garganta que solo se calmaba a través de las lágrimas.

Durante su vida, se había topado con muchas personas crueles: profesores que abusaban de su posición para poner en ridículo a alumnos, personas que decidían hacerle la vida imposible a otras como método de entretenimiento, gente que odiaba solo por el hecho de que podía hacerlo sin que nadie le dijese nada a cambio... Pero lo más cruel que había tenido la desgracia de conocer fue su propia familia. Nada se compara a la crueldad de una madre que no hace el mínimo esfuerzo por intentar comprender a su hija y que de hecho prefiere insultar aquello que no conoce en lugar de buscar información.

— Es normal — la mano de Mina se posó sobre la de Chaeyoung casi en un acto reflejo — Va a doler, ya lo hace y lo hará más a medida que pasen los años. Por desgracia, esta es nuestra realidad, el precio por amar a alguien que no se corresponde con la idea social de lo normal. No hay nada malo entre una mujer y un hombre que se aman, incluso cuando lo hacen tóxicamente muchos defenderán esa pareja. Si mis padres tuviesen que elegir entre un hombre con el que sufra o una mujer con la que sea feliz... Puedes estar segura de que preferirían mi sufrimiento.

— ¿Qué hay de malo en este tipo de amor? Mis padres dicen que Dios castiga a quienes desobedecen, también dicen que él es sabio y bueno, pero yo no veo nada bueno en lo que he tenido que leer y conocer sobre él.

Mina sonrió levemente, a veces le parecía observarse a sí misma en los actos de Chaeyoung. Ella también había sido una chica solitaria con la necesidad de ser rescatada, la dura realidad de Corea del Sur acerca de la homosexualidad era esa. Un presidente que hablaba abiertamente en televisión acerca de lo enfermo que era que una mujer amase a otra mujer o que llamaba al amor entre dos hombres simple curiosidad masculina. Personas que salían a las calles para protestar contra la libertad del amor. Chicos que, animados por las ideas retrógradas de sus padres, escondían sus sentimientos o le pegaban palizas a quienes decidían disfrutar de forma libre de aquello que consideraban amor real.

— No hay nada de malo, Chaeyoung, las personas se dedican a juzgar sin entender nada. Intenta no pensar demasiado en eso, sé que es inevitable, pero no serás capaz de ser feliz mientras seleccionas lo que es correcto y lo que no. Solo tenemos una vida, si disfrutas de algo, simplemente hazlo.

Chaeyoung sonrió y se acercó a Mina, sus besos se habían convertido en algo tan sumamente normal que en ocasiones llegaban sin intención aparente, solo así porque sí. Un simple roce cuando se encontraban desayunando, un largo juego de labios cada vez que Mina la recogía en su instituto... El coche se había convertido en otro de esos lugares donde se sentían libres de hacer y ser quienes querían porque nadie podía atraparlas o juzgarlas sin verlas. Ambas se sentían bien teniéndose la una a la otra, cuando eso ocurría, Chaeyoung nunca pensaba en sus padres o se arrepentía. Había algo en la manera en que sus sentimientos fluían que le impedía llegar a culparse; nada dentro de su mente le permitía creer que algo malo pudiese proceder de algo tan sincero como aquellos momentos de cariño.

Mina se había rendido poco a poco ante la idea de que Chaeyoung, como otras en el pasado, la abandonaría cuando se sintiese segura de sí misma. Esa chica era honesta, sincera y en su corazón no había ni la más mínima intención de lastimar a alguien. Cuando la besaba, lo hacía por amor, no por placer. Eran hechos y no palabras lo que le demostraban que Son Chaeyoung se quedaría a su lado y, si más adelante se marchaba, lo haría despidiéndose con calma triste y sin daños secundarios.

— Chaeyoung... Cuando cumplas dieciocho años, te ayudaré a encontrar en lugar en el que te sientas cómoda. Si quieres quedarte conmigo, lo aceptaré y si quieres irte también. Ya sabes que lo más importante es que...

— Voy a quedarme contigo, Mina, soy feliz estando a tu lado. Si me aceptas, entonces no me iré a ningún lado.

Ambas sonrieron sin poder evitarlo. Los sentimientos de Chaeyoung eran una maraña de dolor y felicidad, pero al menos cuando lo pensaba profundamente, sabía que estaba buscando su propia vida. Una vida en la que no reinase la biblia sobre todas las cosas; un lugar en el que pudiese sentirse en casa al lado de una persona, hombre o mujer, que ante todo la quisiera con sus defectos y virtudes.

— No puedo esperar a que seas mayor de edad — Mina sonrió casi tímidamente — En ese momento será totalmente legal que te quedes conmigo.

— Habrá muchas más cosas legales en ese instante.

Mina levantó una ceja, a veces Chaeyoung la sorprendía con esos comentarios atrevidos que no hacían más que hacerle sentir que estaba evolucionando. Poco a poco dejaba de ser una muchacha asustada de todo, a la que le gustaba charlar con la luna, y empezaba a convertirse en una chica con las mismas necesidades o diversiones que tendría cualquiera a su edad.

— He creado un monstruo.

Ambas sonrieron antes de que Chaeyoung tomase la bandeja para servir las mesas. Ya fuese en el trabajo o en su casa, podían hablar de cualquier cosa y aprender juntas sobre ello mientras se enamoraban.

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❝ Moonchild ❞ || MiChaeng (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora