002: Perdidos

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9 Años!

Bonnie estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban Anna y Emma, y en el primer puesto al lado de la maestra se encontraba Daniel

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Bonnie estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban Anna y Emma, y en el primer puesto al lado de la maestra se encontraba Daniel.

Había pasado un año desde que el llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resulta que Daniel era una estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Emma haciendo los deberes y realizando proyectos.

Con Mary las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Daniel se comportaba como el hermana mayor de Alice.

Pero conmigo ni si quiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Alice, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra sólo cuando era necesario y trataba lo posible de no estar en la misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal?, ¿Era fea?, ¿O no le agradaba?

Era como vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí pero no la podía ver. Era un niño despreciable. Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvó por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.

Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas frente a mi puerta, cada vez que había una pataleta, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta

Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía. La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrada, pero en realidad estaba pensando en como convencer a mi mamá para que me dejara ir a la casa de Bonnie está tarde con Fluffy. Seguramente me diría "lleva a Daniel".

Antes me molestaba que me obligará a ir a todos lados con Alice, pero misteriosamente se le metió en la cabeza que el niño de cabello azabache podía ser mi amigo. Error, el jamás lo sería.

No me gustaba la idea de que el fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaban la educación a Daniel y a Lily.  Para navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que a nosotros y eran libres de reglas listas de alergias y cosas que se debían hacer.

—Paris, podrías decirle a la clase de qué se trataba el poema —salté en mi asiento y me apreté un mechón de cabello que caía sobre mi cara. Cuarenta pares de ojos se giraron a mirarme, recordé que la abuela siempre me decía que si no sabía algo sonriera y me echara el cabello hacía atrás con delicadeza.

Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surgir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el cabello hacía atrás, se me enredaron los dedos entre éstos.

𝐌𝐀𝐑𝐑𝐘 𝐌𝐄 | Daniel RadcliffeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora