Primer encuentro

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Día soleado.

Un día nuevo comenzaba. La luz del sol entraba por las ventanas de una habitación, golpeando el rostro de un joven de cabellos castaños que yacia dormido en una cómoda cama. El sonido de una alarma hizo que el individuo se levantase, bostezando con pesadez y golpeando el artefacto que emitía ese molesto ruido. El golpe apagó la alarma, cubriendo el ambiente con el agradable cántico de los pajaros dándole la bienvenida a un nuevo amanecer. Adormilado el castaño deambuló por su casa aún en pijama, bajando por unas escaleras de mano hasta una cocina donde sacó de un refrigerador un cartón de jugo. Sacó de un cajón un vaso y sirvió su jugo para empezar a beberlo. Tranquilidad acompañada de una agradable paz, tan perfecto que parecía ser un gran día.

O al menos eso pensó.

Mientras estaba sacando algo para desayunar de su alacena un espantoso sonido hizo que derramase el cereal con leche que había preparado. Alguien estaba golpeando la puerta de su casa con tanta fuerza que se sentía como si la fuesen a romper. Gruñendo con molestia el castaño se colocó una mascarilla negra que cubria su nariz y boca antes de bajar hasta la entrada.

– Ya wbn deja de golpear. Tamare uno ya no puede dormir en su propia casa. – Estaba realmente enojado por ser molestado de esa forma cuando acababa de despertar. –

Al momento de abrir la puerta fue recibido por cierto joven de cabello castaño claro. Utilizaba una llamativa campera amarilla con orejas similares a las de un conejo que caían por la parte trasera de su cabeza. Sus ojos inusuales de dos colores parecían alterados. El pobre estaba al borde del desmayo.

– AQUINO. ¿¡Por qué no me respondías!? ¡Rápido tienes que venir! – Alterado no dudó en tomar la mano de Aquino para sacarlo de su casa a la fuerza y arrastrarlo con él. –

La casa del susodicho Aquino era un árbol gigante ubicado en una isla flotante. El árbol estaba bien construido y sus hojas violetas le daban un aspecto hermoso. No estaba de más decir que pasó mucho tiempo construyendo ese lugar; el resultado valió la pena.

– ¡Deja de arrastrarme Soaring! ¡Sé caminar por mi cuenta!

– ¡No tenemos tiempo, hay que llegar rápido! No me lo vas a creer Aquino, pero pasó algo increíble. – Soaring realmente estaba alterado. –

Sin importar las quejas de su amigo saltó con él hacia el mar que tenían bajo la isla. Una vez en el agua empezó a nadar con rapidez a la orilla, sin soltar la mano contraria. Aquino casi se ahoga por no poder nadar bien, aturdiendose bastante cuando salió a la orilla, casi se cae por tanto movimiento. No se enteró de nada hasta que Soaring lo soltó y salió corriendo en dirección a sus amigos. Todos estaban reunidos en el centro del pueblo rodeando algo, algunos aún llevaban sus pijamas.

– No mames está muerto... ¡No se mueve! ¿Qué hacemos? – Comentó alterada una chica con pijama completa de gatito color morado. –

– Yo creo que debemos enterrarlo. – Respondió un hombre de overol azul y camisa amarilla con audífonos acolchonados en sus orejas. –

– A la verga... ¿De verdad está muerto? No mames esto es muy turbio. – Aterrado un joven de cabello negro con un ojo brillando de color azul se alejó varios pasos. –

– Callense loco, no me dejan pensar. Evidentemente no está muerto. ¿Acaso no ven que aún respira? Ciegazos – Arremetió un hombre lobo de pelaje grisáceo que utilizaba un traje de mago por encima de un poleron negro. –

La situación era realmente extraña y todos alrededor estaban en pánico. Aquino, que hasta el momento estaba lejos de los demás debido al mareo se acercó una vez estuvo mejor. Cuando se juntó con sus amigos y miro lo que tanto los asustaba se quedó congelado. Delante de ellos había una persona gravemente herida con un pequeño cráter a su alrededor. A la distancia parecía que estaba muerta pues no se movía. El individuo era realmente extraño, llevaba una campera con un gorro de paloma, unos pantalones negros y unas botas de militar del mismo color.

Nadie se atrevía a acercarse y aún faltaban por llegar más amigos para que pudieran conversar y llegar a una solución. Hasta el momento todos los presentes estaban discutiendo y gritándose pues no se ponían de acuerdo. Claro que nadie le interesó que la persona estaba mal herida y probablemente al borde de la muerte. Agobiado por todo el ruido Aquino se alejó de sus amigos, dando el primer paso hacia el extraño para acercarse y revisar si estaba muerto. ¿Por qué tanto alboroto? Ni que fuese a matarlos. ¿No? Además necesitaba ayuda. Inclinándose al lado del herido el castaño acercó una de sus manos hacia él, emitiendo una luz amarillenta que recubrió la cabeza del desconocido, curando un poco de las heridas que tenía encima y dándole una sensación de paz y comodidad. Era un hechizo menor de curación. Lentamente los ojos del individuo empezaron a abrirse, encontrándose con el rostro de Aquino mirándolo fijamente. Un brillo en los apagados ojos de ese hombre se hizo notar, quedándose completamente quieto y en silencio, sin apartar la mirada del castaño; era como si estuviera hipnotizado.

– No está muerto. ¿Por qué no hicieron nada? Casi se muere por su culpa. – Aquino reprendió a sus amigos por quedarse quietos sin hacer nada. –

– No mames Aquino, tampoco íbamos a acercarnos a un tipo que cayó del cielo. ¿Piensas que somos tontos o qué? – Soaring se defendió. –

– Mmmmmta... Ya no importa. Llevenlo a una casa, no puedo curarlo por completo, apenas aprendí un hechizo básico.

– Ja ja por supuesto vamos a llevar a ese webon a una de nuestras casas. ¡Ni que fuéramos tontos! ¿¡Y si nos mata!? ¡De hecho deberíamos dejarlo aquí! No es mi responsabilidad. – El lobo se rió con sarcasmo. –

– Loco tiene razón... Puede ser peligroso. ¿Y si es un enemigo? No es la primera vez que uno llega de está forma y trata de matarnos. – La chica comentó con duda, mirando al rededor buscando escapar de esa situación. –

– Si tanto quieres ayudarlo entonces llévalo a tu casa. No nos metas en esto. – El pelinegro negó con sus manos, no estaba dispuesto a llevar a ese sujeto a su casa. –

Sin más opciones Aquino solo se quejó en voz baja, no era la primera vez que sus amigos le dejaban toda la responsabilidad de un incidente. No quería hacerse cargo de nada, solo quería ir a desayunar. ¿Por qué se acercó? Debió ignorar todo y quedarse atrás sin decir nada. La curiosidad acabó matando al gato. Entre quejas Aquino se acercó al herido, levantandolo en sus brazos cual princesa de película. Saliendo del cráter empezó a caminar en dirección a su casa. Todos miraron como su amigo se llevaba a ese extraño, mirándose unos segundos. Debido a la culpa Soaring y la chica de pijama de gatito siguieron a Aquino para ayudarlo. Los demás se quedaron en el lugar, empezando una conversación sobre lo sucedido.

El comienzo del fin ha iniciado.


En Contra Del Destino - |Duxino| [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora