Juntos de nuevo

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Duxo estaba completamente estático en los brazos del castaño. En ese estado parecía que ni respiraba, era aterrador. Sus ojos estaban clavados en Aquino, sin apartar su mirada ni por un segundo. Podía sentir como su corazón latía de nuevo y sus emociones volvían a despertar. Se sentía... Feliz...

Aquino no se había percatado de nada, estaba centrado en llegar a su casa y acabar con ese problema. Eso le pasaba por ser amable, por eso nunca ayudaba a nadie. Cuando subió por su ascensor y llegó a la puerta que dejó abierta fue detenido por Soaring y la chica. Ellos también querían ayudar pese a no haber hecho nada en su momento. ¡Tenían miedo! Estaban arrepentidos.

- ¿Qué harás con él? Mictia y yo queremos ayudar y eso. - Soaring se acercó a Aquino, observando al desconocido. Por alguna razón le daba mala espina. Quizás solo era su imaginación. -

- ¿Qué más? Lo voy a curar o no sé, quizás cuando llegue Estailus lo lleve con él, sabe más de magia que yo. - Respondió con indiferencia. -

- Te ayudaremos hasta entonces. - Mictia entró a la casa y subió por el ascensor. Ya se conocía el lugar de memoria. -

Soaring entró también y subió junto con su compañera. Aquino tomó el ascensor y subió a la planta más alta con el herido. Entrando a una habitación vacía dónde tenía una cama y algunos muebles dejó al hombre recostado. Duxo que había estado escuchando la conversación decidió cerrar sus ojos y fingir estar inconsciente, no quería hablar con ellos, solo con Aquino. ¿Por qué no se iban? Siempre fueron tan molestos... O al menos... Eso recordaba de ellos. Los dos entrometidos llegaron a la habitación, observando al desconocido y esperando indicaciones por parte de Aquino.

- Mmm... Pues se ve jodido eh. Ey, tú. ¿Estás despierto? Te ví abrir los ojos eh. - Soaring se dirigió a Duxo, esperando una respuesta. Él lo vió despierto. ¿Acaso se desmayó de nuevo? -

- No mames Soaring, déjalo descansar no ves que está medio muerto. - Reprendió Mictia a su compañero. -

- Utilizaré magia, no servirá de mucho pero evitará alguna infección. Ayúdenme a ponerle algunas vendas y limpiar las heridas que queden. - Aquino pasó su mano por encima de la cabeza contaría, tocando con suavidad su cabello y volviendo a generar esa luz que recubría su cuerpo. -

- Pues... ¿Le quitamos la ropa? Tipo... Ya sabes, para ponerle las vendas.

- Si lo dices de esa forma pareces un pervertido, Soaring. - Mictia miró al castaño con una ceja levantada. -

- ¿¡Qué!? ¡Man solo estoy diciendo lo obvio!

- ¿Entonces para que preguntas?

- Callense wbn, no me concentro con sus voces. Solo ponganle las vendas y ya. Ni que fuera tan difícil. - La magia de Aquino aún era muy débil así que solo estaba curando daños internos o heridas profundas. -

Después de unos minutos discutiendo los dos acabaron por quitarle la ropa al desconocido, dejandole solo los pantalones; Mictia no quería ver nada de eso así que fue la mejor decisión que tomaron. Limpiaron los residuos de polvo y tierra y desinfectaron las heridas. Una vez se aseguraron de que todo había sido recubierto de alcohol vendaron su cuerpo y le dejaron descansar. Aquino acabó bastante casando, al menos cerró las heridas más pequeñas y se aseguró que no hubiese peligros internos.

- Ya está. No vuelvo a ayudar a nadie. - Retrocediendo unos pasos Aquino tomó aire y buscó en su inventario algo de agua. Gastó mucho mana y energías en algo tan pequeño, necesitaba seguir esforzándose en su aprendizaje. -

- ¿Y se va a quedar aquí? - Preguntó Soaring. -

- Pues si wbn, nadie lo quiere en su casa, ya que se quede aquí y se vaya cuando despierte o yo que sé.

- Pues... Podemos venir a vigilarlo contigo, no sabemos si es peligroso así que estaría bien mantenerlo controlado.

- No creo que vaya a matarnos Mictia. ¿No ves que está jodido?

- Mmm... Aún así es mejor lo primero. - La desconfianza de Mictia era evidente. Al igual que Soaring, ella sentía algo extraño en esa persona, algo... Amenazante. -

- Ya hagan lo que quieran no me importa. Quiero desayunar y bañarme. No toquen mis cofres. - Aquino se marchó a una planta más abajo donde estaba su habitación, seguía en pijama y ni siquiera pudo comer su cereal. -

Cuando el castaño se fue Mictia y Soaring se quedaron observando al herido. Soaring con curiosidad se acercó a su lado, mirándole fijamente la cara. No parecía ser una amenaza, de hecho tenía un rostro bastante tranquilo sin ningún desperfecto. No habían ojeras, ni cicatrices, ni nada fuera de lo común.

- ¿Crees que sea peligroso Mictia?

- No lo sé, pero algo de él no me gusta...

- Sí... A mí tampoco me gusta. Es como si... Sintiera miedo cuando me acerco a él. . . Nah, seguro estamos delirando, no, más bien, tú estás delirando Mictia.

- ¿Qué? ¡Pero si no he dicho nada! Bueno, esperemos a Aquino. Estailus y Lucasta llegarán en un rato. Debemos reunir a todos en el centro y ver como vamos a resolver esto. - Mictia hizo aparecer una pantalla flotante de color azul delante de ella, enviando un mensaje a todos sus amigos para concretar una reunión. -

Después de un largo rato Aquino regresó con sus amigos, ya había desayunando y vestido apropiadamente. Todo en él era bastante común a excepción de sus flores en la cabeza; un "adorno" ciertamente llamativo. Tanto como Mictia como Soaring se habían ido de la casa por una ventana, dejándole una nota: «Iremos a casa de Locochon a hablar sobre el tipo moribundo. Quédate con él por si acaso. Firmado: Mictia.»

- Mmmmm... Me dejaron todo el problema a mi solo. Ya qué, hoy no tenía nada que hacer...

Definitivamente no se iba a quedar quieto vigilando a una persona, era demasiado hiperactivo para algo como eso. Decidió entonces estudiar su libro de magia y anotar hechizos que debía practicar. Se sentó cerca de la cama y comenzó su lectura. Aquino solía hablar consigo mismo pues le molestaba el silencio, era común escucharlo divagar en sus pensamientos y salirse por un momento de su realidad.

Duxo había estado completamente inmóvil durante todo ese tiempo, soportando el dolor del alcohol en sus heridas y la brusquedad de sus "amigos" con la que le curaban. Estuvo apunto de despertar y gritarles que lo dejasen, sin embargo se contuvo y siguió fingiendo. Pese a todo lo malo e insoportable del momento se sintió feliz, emocionado y hasta energético. Cuando Aquino utilizó su magia de curación en él recordó la primera vez que su verdadero Aquino lo curó, la sensación era tan similar y esa calidez nunca la percibió de ningún otro. Ese Aquino sin duda era el suyo... Hasta quizás... Sea el verdadero... ¿Se puede engañar a la muerte? Nadie lo sabía... Era "lindo" para Duxo pensar que ese castaño era su verdadero amigo.

Cuando estuvieron solos después de soportar a esos dos Duxo finalmente abrió los ojos. La oscuridad en su mirada era espeluznante, como si no existiera un alma que habitase su cuerpo. Un monstruo en persona.

Aquino se percató de que las sábanas de la cama comenzaron a moverse, levantándose de su silla para acercarse y mirar al herido. Cuando se percató que había abierto los ojos se sintió aliviado, no quería enterrar un cadáver y esas cosas.

- Finalmente despertaste. Soy Aquino, estás en mi casa. ¿Cómo te sientes?

Escuchar la voz de su mejor amigo hizo que Duxo sintiera su corazón estrujarse. Sus labios temblaban y fue incapaz de hablar, soltando un "a" al no ser capaz de pronunciar algo.

- ¿A? Okay... No es necesario que hables, sigue recuperandote. - Aquino se dió la vuelta para regresar a la silla, sin embargo aquél empezó a hablar cuando notó que se iba a alejar. -

- Duxo... Me llamo Duxo. - Y después de tanto Duxo finalmente habló. Sus ojos, oscuros como la noche, miraban con una extraña felicidad a Aquino; una felicidad retorcida. Habían tantas cosas que quería decirle... ¿Por dónde empezar? Por el momento solo se dejaría llevar, no quería asustar a su "Nuevo" Aquino. -

En Contra Del Destino - |Duxino| [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora