CAPITULO2: A

1 0 0
                                    

CAPÍTULO 2

capítulo 2


Un brisa fría pareció correr atravesar su cuerpo. Sus manos temblaron y se aferraron a las mangas de la chaqueta. El mundo se apagaba y encendía frente a sus ojos, todo giraba, el caos aparecía, lo inundaba todo y se deshacía a la normalidad, una y otra vez. Bibi dió un paso en falso y tropezó, pero pareció nunca caer. su cuerpo se sintió débil, su sangre parecía haber abandonado su cuerpo, un cosquilleo dejando atrás en sus venas. Su cuerpo se sentía pesado y ligero a la vez a la espera de una caída que nunca llegaba.

El mundo se balanceaba, se derretía ante su mirada y se volvía a construir como piezas de algún juego. Sus manos pronto se aflojaron junto a su cuerpo, como si fuera hora de dormir, esa sensación de tranquilidad... Sus ojos veían caos pero su cuerpo no reaccionaba. Músculo a músculo notaba como se aflojaba y perdía más y más el contacto con el exterior, sus ojos abiertos parecían cerrarse ante la negrura que empezaba a inundarlos, pero Bibi no había cerrado los ojos, y no se había hecho de noche.

La negrura misma inundó su mirada y se sintió flotar, como si de el mar se tratara, pero sin agua, como si fuera el espacio, pero podía respirar.

Su corazón latía desenfrenado pero su cuerpo estaba tranquilo, como si hubiera desconectado cada nervio de su cuerpo solo un cosquilleo corría por sus venas hacia la punta de sus dedos. Sus pulmones respiraban tranquilos, aun cuando su corazón se podía escuchar a kilómetros. Su cuerpo por completo comenzó a fallar.

La castaña podría estar totalmente soñando en aquel momento, o delirando. Pero su cerebro, su mente y consciencia despierta le decían que no.

¿quizás esa era la sensación de la muerte?- pensó la castaña- ¿estaré muriendo en este momento?

Estaba perdida y empezaba a doler, dolía no poder moverse, dolía tener pánico pero no poder expresarlo, dolía sentir sus ojos abiertos pero no ver más que negro, dolía sentir su cuerpo pero no poder moverlo, no podían tan siquiera retener la respiración o acelerarla, su cuerpo no respondía a nada, y aún cuando quería llorar nada iba a pasar, ninguna lágrima o sonido saldría.

¿estaba muriendo?

¿Era el fin?

quería llamar a su madre, gritar por ayuda, eso era el infierno o el fin de todo, quería sentir sus pies en el suelo, sentir el dolor de caer, sentir el miedo...

Pero eso no ocurriría. Las lineas fueron hechas para nunca cruzarse, humanos no sabían de su existencia, y ahora la sombra había conseguido reclamar su cuerpo.

La sombra subía, escalaba, llegando a la cima, rompiendo todo aquello que en algún momento fue paz, terminando de quebrar el cuerpo en el que estaba encerrada. La sombra reclamó su cuerpo, le pidió que la aceptara, le pidió que la acogiera y ella le ayudaría a crecer a subir, a llegar.

La sombra la reclamó y Bibi se convirtió en ella.




Con una gran bocanada de aire se levantó, el aire entró quemando sus pulmones, como si llevara demasiado tiempo sin respirar. Sentada en la calle, en la acera frente a su casa. Bibiana miró a su alrededor. ¿Se había desmayado?

Miró sus manos en busca de algún arañazo por culpa de la caída, en cambio vio sus manos pálidas, la punta de sus dedos casi lilas, tenía las manos congeladas. Se miró con horror el color púrpura y abrió y cerró los dedos notando cada crujido de sus huesos.

Y levantó la mirada, fue algo tan rápido que se mareó por un momento, su cabeza giró a un lado y a otro buscando... algo. Pero Bibi no había hecho ese movimiento voluntariamente.Llevó rápidamente las manos a su rostro con los ojos bien abiertos ante la sorpresa. ¿Qué acababa de pasar? Su corazón latió apenas antes de sentir el frío de sus manos penetrar su rostro, y separó sus manos tiritando ante el miedo. Como si fuera un fantasma, su cuerpo se movía solo, hacía lo que quería, como si ella fuera tan solo un pensamiento en el.

El pánico intentó acabar con ella antes, por ello cerró sus manos con fuerza y se levantó. Corriendo huyó hacia su casa. Sus pulmones ardiendo, sus manos congeladas, y su cabeza fuera de sí. Bibiana acababa de entender que la oscuridad había vuelto a aparecer, y esta vez no sabía si iba a poder esconderlo de sus padres.

Humanos no destinados, humanos no mezclados. Simples humanos habían rozado Etéria.

Y Etéria había temblado.

La Marca NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora