A veces colapso. Me enfrento a dos razones que me impiden seguir adelante, y me pierdo al contarlas. Ya no hay alegría en estos días de invierno, pero el frío y las canciones congeladas que hieren el alma ya no me afectan.
Quizás haya perdido la ilusión por este juego sin sentido en el que participamos los tres: mi alma, mi cuerpo y yo. Sería maravilloso poder diferenciarme de ellos, observarme desde afuera, pintar un cuadro de expectativas en un lienzo en blanco que utilizo como escudo para representar mis problemas.
Continuar siendo yo, pero como un individuo. A veces me enfrento de manera abstracta a estos problemas tan concretos, lo cual me hace dudar de la vida. Tal vez, si no sintiera tanto miedo en mi interior, podría expresarme mejor.
Pero hay algo que me ancla y sigue anclándome. Ese temor al qué dirán, ese miedo a no sentirme seguro. Vivimos en una sociedad en la que siempre está bien decirlo todo, trivializamos los problemas de salud mental.
Minimizamos todo lo que no se ajusta a la tristeza y no entendemos nada al respecto. Seguimos siendo como pollos sin cabeza en este océano de enfermedades mentales. No hay conocimiento, se victimiza, se romantiza.
En nuestra ignorancia, no reconocemos la realidad que subyace en estos problemas mentales. Hemos desvirtuado la realidad, hemos creado un post en Instagram que nos recuerda lo insustancial que somos y lo absurdo que puede ser este mundo a veces y lo estúpido que somos.
No hay muchas salidas para esto, más que seguir adelante. Decía Sabina que la vida sigue como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, y hoy lo veo cierto.
A veces, no se sigue por uno mismo.
No sé por qué digo "a veces".
Nunca se sigue por uno mismo, se sigue por los demás. En cierta medida, entiendo que es bonito, pero es lo más irónico de todo. Cuando una persona ya no tiene motivos para seguir adelante, lo único que la impulsa a continuar es el apoyo del resto.Lo que podemos cuestionar es si lo hacemos por el qué dirán, por no sentirnos avergonzados de nosotros mismos o realmente porque creemos que debemos hacer feliz a otra persona, en general.
Si nos inclinamos por la primera, el mundo se torna más triste y frío cada día.
Si nos respaldamos en la segunda, el mundo sigue siendo más triste y frío cada día.
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Ruido. Ecos.
Short StoryCada ensayo en "Ruido. Ecos" es como una nota solitaria, resonando con la quietud de la introspección. Desde la contemplación de la efímera naturaleza del amor hasta la meditación sobre la soledad que reverbera en nuestras interacciones diarias, el...