Ya no puedo escribir sobre cielos azules. A mi frente, solo hay baldosas, con una separación muy fea. Las juntas ya podridas no me dejan ver cómo se diferencian entre una y la otra en este cielo tan gris.
Ya no quedan ni fuerzas ni ganas. Y las etapas se borran y se emborronan una en la otra. Cuando ya ha empezado, nunca termina. Y lo que nunca ha terminado, quizás nunca haya pasado.
Y yo sigo pensando en aquel momento en el que te conocí y deseo que nunca haya pasado, porque si no te conozco, nunca termina.
Cuando termine, yo no he estado aquí.No diferencio entre tiempos pasados y futuros, los presentes me agobian. Los tiempos verbales están reflejados en este espejo con vaho.
Son formas verbales translucidas. No se llegan a distinguir bien.Los azulejos se visten tenues y oscuros. El vapor de agua que inunda esta habitación nos confunde y cubre de niebla el día. El agua que revienta mis tímpanos me pide socorro. La manta que cubre el sol me nubla y otra vez vuelven a aparecer esos pelos sueltos en el baño, en el puto baño.
Encuentro, durante todos estos momentos, cómo me calientan y a la vez me dejan más frío.
Intento escupir y no tengo saliva. Intento escribir y no lo saco. Intento escupir y ya no sale, ya no sé escribir.
Intento hundir mi cabeza bajo el agua.
Solo quedan restos, vagos momentos en esos tiempos que corren y caen raudos hacia el suelo de la bañera.Si no existe ni principio, en fin, ¿para qué estamos viviendo?
Y si lo existe, ¿para qué estamos viviendo?

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Ruido. Ecos.
NouvellesCada ensayo en "Ruido. Ecos" es como una nota solitaria, resonando con la quietud de la introspección. Desde la contemplación de la efímera naturaleza del amor hasta la meditación sobre la soledad que reverbera en nuestras interacciones diarias, el...