♡ : XXIII - ACLARACIONES

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Jueves 10 de enero 2019, al otro día.

Y cuando sus ojos se abrieron, los tuvo que cerrar de inmediato porque aquel pequeño felino peligroso estaba acostado sobre su pecho dispuesto a lamer su barbilla y colocar las garritas sobre las mejillas.

—¡Kkomi! —sonrió somnoliento antes de abarcar su cuerpo con ambas manos y besar su cuello, su pelaje estaba suave y olía muy bien, de seguro lo habían bañado hace poco— Te extrañé mucho, oye... de verdad te extrañé mucho —susurró.

Escucharla ronronear era agradable porque le hacía entender que disfrutaba las caricias y el calor que compartían. Habían sido 11 días sin poder verla, los días exactos en los que él y Hyunjin se habían separado totalmente. Cuando el sueño se había disipado y aún sin soltar al felino, se levantó de la cama observando a su alrededor, el silencio inundaba el ambiente, pero el olor en él era inconfundible, alguien estaba cocinando.

Abrió con cuidado la puerta y se desplazó por el pasillo, su corazón latía emocionado y aunque quería calmarlo sabiendo que las cosas tenían que tomarse el tiempo necesario, no podía. Asomó lentamente el rostro, pero no tuvo tiempo de observar en secreto a Hyunjin, Kkomi había maullado. ¡Pequeña traidora! Besó el espacio entre sus orejas y la dejó lentamente en el suelo antes de apoyar su espalda en el marco de la puerta. Ambos estaban en silencio, pero el menor no recordó que su mano sujetaba un sartén por lo que después de unos segundos levantó su mano rápidamente.

—¡Mierda!

Masculló observando el dedo índice de su mano derecha enrojecido. Jeongin avanzó hacia el lavaplatos abriendo una llave y llevando el dedo herido bajo el chorro de agua fría.

—¿Te duele mucho? —susurró.

Hyunjin contuvo la respiración, tenía al muchacho pegado contra su cuerpo susurrando de manera inofensiva. Piedad, señor, piedad.

Asintió.

—Un poco, es que... bueno, nada.

Se quedó callado observando lo mismo que el otro hacía, el maravilloso contraste en el color de la piel, aquellos dedos blancos rodeando su mano de tez escasamente morena era un show difícil de obviar.

Después que el dolor disminuyó un poco, el castaña siguió vertiendo la mezcla en el sartén para preparar pancakes relleno con crema pastelera y frutas, había despertado con el deseo de tener algo dulces para amenizar la fría mañana. Jeongin rascó confundido su cabello antes de tomar un taburete y sentarse sobre él, en medio de aquella cocina amplia Kkomi se paseaba ronroneando contra sus piernas y contra las del menor, lucía adorablemente cómodo.

—¿En qué momento llegó? —murmuró.

—Esta mañana muy temprano, mi amigo Chan la vino a dejar y pensé que estaría mejor si lo acostaba a tu lado, parece que ama hacerlo.

Bien, no era el único que le gustaba estar acurrucado contra su cuerpo, pero no iba a decirle eso, de hecho tendría que abstenerse de cualquier comentario sexual o muy íntimo hasta no saber qué rumbo iba a tomar la relación de ambos.

Anoche Jeongin lo había abrazado mientras él se deshacía en un llanto desconsolado, sin embargo, cuando su lamento pasó a sollozos hasta finalmente en un silencio, se dio cuenta que el muchacho se había quedado dormido contra su espalda sin dejar de acurrucarlo desde atrás.

Aprovechó de meterlo bajo las sábanas y mantas, pero se prohibió dormir a su lado, optó por buscar ropa de cama en su departamento y regresar para dormir en la sala de estar, era la única manera de salvarse a sí mismo de entusiasmarse más de la cuenta.

—No quiero que... que pienses mal de tu primo, anoche encontré afuera de la entrada una foto donde decía lo que eras y después de llorar mucho llamé a Félix para que me acompañara —había vuelto a la costumbre de hablar bajito.

Sexual Writer ❁ HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora